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Educar las emociones

26 de julio de 2013

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Me pongo a escribir sobre una emoción y enseguida pienso en otra y eso ocurre porque la vida afectiva de los seres humanos es integrada y todos poseemos un amplio arsenal de emociones, buenas y malas y aunque cada cual sea proclive  a manifestar con más frecuencia alguna que otra nadie escapa de las vibraciones, el desconcierto, en enfriamiento, la turbación, la urgencia que nos provocan las emociones. Cada emoción tiene su propio repertorio de cambios fisiológicos en nuestro cuerpo, aunque hay algunos que se repiten y que son los que identificamos; temblores, ritmo cardíaco acelerado, frío, lágrimas, y puede que esas reacciones emocionales sean agradables o desagradables, dependiendo si lo que sentimos es por ejemplo amor, pues por muy nerviosos que nos pongamos, es sin dudas bienvenido. Pese al origen tremendamente biológico de las emociones y de la intensidad de las mismas, no somos de ninguna manera sus esclavos, porque pueden ser educadas. Es más, es tal vez uno de los más importantes descubrimientos de la psicología de las últimas décadas plantear que no solo son educables y se pueden guiar hacia un objetivo, sino que existe una inteligencia emocional y que es tan importante para el éxito y la felicidad personal que todas los demás talentos se potencian o se destruyen si son acompañados por un buen desarrollo de la inteligencia emocional o no. Les hago una historia cotidiana, que seguro que has visto u oído y es el caso del joven o la joven inteligente en la universidad, es más, puede que haya sido el más o la más talentosa, a quien se le augura un futuro brillante, sin embargo, al pasar de los años, no ha sucedido nada con la que fue una promesa, tiene un trabajo mediocre, una vida sin el éxito ni la gloria prometida, y sin embargo otro joven que no era tan brillante, podría decirse que era de la media es quien resulta el exitoso, con resultados notables en su profesión. ¿Qué pasó? Es que no solo se necesita una inteligencia para los conocimientos teóricos sino que se precisa que está acompañada de otros elementos que los posee la inteligencia emocional, la cual permite  tomar decisiones adecuadas, arriesgarse, integrar un buen equipo de trabajo sin las mezquinas individualidades, estar abierto el cambio, estar motivado para emprender nuevos retos, no estancarse, no creer que se puede sentar a que los demás lo descubran y lo veneren, en pocas palabras; conquistar la vida y no temer al fracaso porque siempre se puede comenzar.
La inteligencia emocional consta de cinco capacidades que se dividen en intrapersonales e interpersonales. En la intrapersonales están el autoconocimiento, el autocontrol y la automotivación, y en las interpersonales están la empatía y las habilidades personales, o sea que se debe comenzar con conocer nuestras emociones, saber manejarlas y motivarnos hacia la acción y con eso podemos ser empáticos con los demás, que significa entender las emociones de los demás y establecer buenas relaciones interpersonales. De todo esto estaremos hablando en este espacio cada semana, de nuestras emociones y cómo podemos educarlas para ayudarnos a mejorar personalmente.

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