Eduardo Arrocha, Premio Nacional de Diseño

16 de julio de 2013

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Roberto Méndez Martínez

El mes de mayo cerró su trayectoria con un importante acontecimiento cultural: la concesión del Premio Nacional de Diseño a Eduardo Arrocha Fernández quien tiene una trayectoria de más de medio siglo en el cultivo de las artes plásticas y muy especialmente en el diseño de espectáculos, que incluyen el teatro dramático, la danza, el cine y hasta el cabaret.

Si bien la Academia San Alejandro y algunas lecciones con el maestro René Portocarrero orientaron al joven hacia el dibujo y la pintura, muy temprano su vocación se encaminaría hacia el diseño teatral. Gracias al magisterio de un director y diseñador lamentablemente un poco olvidado: Rubén Vigón, Arrocha pudo encauzar sus nada desdeñables dotes para esta manifestación, su oficio se completaría con los cursos especializados que recibió en el Teatro Nacional de la Ópera de Praga (1966) y luego en la Ópera y Ballet de Bratislava (1971).
Pero mucho antes de concluir estos estudios, tenía ya un apreciable reconocimiento en la escena cubana. Trabajó con el coreógrafo Ramiro Guerra en muchos de sus proyectos para el Conjunto Nacional de Danza Moderna a partir de 1962: Crónica nupcial, Octeto amoroso, Fruta extraña, Suite campesina, Impromptu negro y Entreacto barroco son algunos de los frutos de esa colaboración, que el creador extendió por varias décadas con la agrupación, ya devenida Danza Nacional de Cuba, donde llegó a ser Diseñador Jefe y Director Técnico.
Paralelamente se acercó al mundo del ballet. El Ballet Nacional le encargó los diseños para la producción de Giselle que fue filmada por Enrique Pineda Barnet en 1963 y en 1966 estuvo en el equipo técnico para el montaje de la puesta de este mismo ballet por el que Alicia Alonso recibió el Grand Prix de la Ville de Paris. Su colaboración con esta compañía se tradujo en obras como La nueva Odisea y Amazonia.

Quizá haya sido el teatro dramático al que el creador se haya entregado con mayor devoción. Quiero, particularmente, evocar sus diseños para el montaje de una pieza de José Brene titulada Escándalo en la Trapa, que hará unos siete años le valió más de un lauro. Confieso que cuando la vi, ni el texto original, ni la puesta en escena me resultaron particularmente interesantes, pero los diseños concebidos por Arrocha ganaron mi atención durante toda la velada y hoy, cuando no puedo recordar el nombre del director o de los intérpretes, sigo pensando en aquellos vestidos de papel con los que logró fabulosas composiciones y texturas.
Eduardo, que ya había recibido en 2007 el Premio Nacional de Teatro, ve ahora confirmado su reconocimiento social con este merecidísimo Premio Nacional de Diseño. De ese modo una especialidad en la que las creaciones parecen condenadas a una vida efímera, atrae la atención de los especialistas y el público. Su concesión a un maestro de la imaginación como Arrocha ha sido un acierto indudable.