ribbon

Edificio de la calle Amargura No. 56, entre Mercaderes y San Ignacio

8 de julio de 2016

|

Antigua Casa del Alférez Francisco del Pico
Hoy: Edificio de vivienda

 

Amargura 56, antes de la restauración

Amargura 56, antes de la restauración

 

La hermosa mansión colonial situada en la calle Amargura, destaca por la portada de líneas barrocas que flanquea la entrada principal de acceso a su interior, donde se abre un magnífico patio central. Estamos frente a una típica casa-palacio de la nobleza de mediados del siglo XVIII, concebida para vivienda. Entre sus primeros propietarios se reconoce al Alférez Don Francisco del Pico, llegado a La Habana desde Galicia, donde se casó con Doña Justa de Jesús Ruis, natural de esta ciudad.

 

Portada antes de la restauración

Portada antes de la restauración

 

Poco tiempo después su propietario se vio endeudado y la mansión le fue embargada, en el castillo de la Real Fuerza se reunió el tribunal presidido por el gobernador y se llevó a cabo el remate de sus bienes en 1759, esta casa y sus esclavos, que adquirió el Sr. Matheo Reigadas, según consta en documentos de la época. A este se debió su reconstrucción, con apariencia similar a la que llegó al presente. Después de su muerte pasó a manos de sus hijos herederos.

 

Amargura 56, obras de recuperación de fachada

Amargura 56, obras de recuperación de fachada

 
Entrado el siglo XIX sus propietarios no la habitaban, habiéndose trasladados a las nuevas zonas residenciales de la ciudad, alquilaban este edificio, obteniendo por ello buenos dividendos. Para entonces contaba con algunas accesorias comerciales y habitaciones destinadas a vivienda. En 1802 Don Francisco Hernández era el inquilino principal de la casa y el señor Francisco Echeverría de una accesoria. En la década del’30 la adquirió en pública subasta Don Cayetano Pontón, importante escribano de la época, quien la vendió después a Don Narciso García de Nora, para los hijos menores de Basilio Martínez, a quien representaba. En 1860 aquí se radicaron los comerciantes Herrera Bolet y Compañía, dedicados a la comercialización del tabaco cubano y 1892 los comerciantes Carrillo Fernández y Compañía. Desde entonces se fue transformando con la pérdida gradual de sus espacios originales.

 

Amargura 56, después de la restauración

Amargura 56, después de la restauración

 
Con similares usos arribó al pasado siglo XX. Por ejemplo, en 1927 radicaba en la casa el comerciante Carlos Arnoldson, gerente de “Carlos Arnoldson and Co. Ltd” quien además se desempeñó como cónsul general de Holanda y Suiza. En la segunda mitad de esta centuria se convirtió en casa de vecindad. La edificación sufrió considerables transformaciones durante los siglos XIX y XX, cuando se utilizó parte de su espacio como servicios comerciales o almacén, añadiéndole puertas corredizas de cortinas metálicas a la fachada, también se abrieron huecos de comunicación con la casa colindante por el fondo hacia la calle Mercaderes, habitadas ambas por múltiples familias.

 

Fachada restaurada

Fachada restaurada

 
Esta casa se distingue por el complicado y bello arco mixtilíneo que forma la embocadura de la escalera y por la profusión decorativa de sus muros con pinturas murales. La reciente restauración del edificio, ahora convertido en vivienda social, le ha devuelto el lucimiento de otras épocas y restituido cuidadosamente los elementos tipológicos de valor que la caracterizaron.

Galería de Imágenes

Comentarios