ribbon

Douglas Fairbanks

8 de julio de 2016

|

 

fairbanks

 

La historia de la cinematografía tiene con la carrera Douglas Fairbanks, tanto en su faceta de actor como en la de productor y empresario, material suficiente para llenar más de un capítulo.

Él fue el gran protagonista de la aventura en el cine silente: La marca del Zorro (The Mark of Zorro, 1920), Los tres mosqueteros (The Three Musketeers, 1921), Robin Hood (1922), El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1924), El pirata negro (The Black Pirate, 1926), La máscara de hierro (The Iron Mask,1929)… nos muestran a un galán con habilidades acrobáticas, destreza física, atractivo personal y gancho de taquilla extraordinarios, que después se repetirían en Errol Flynn y mucho más acá en actores como Jean Paul Belmondo, Harrison Ford y unos cuantos otros que, quiérase o no, tuvieron en Fairbanks su prototipo. Ello, por supuesto, sin pretender atribuir al aventurero Fairbanks cualidades histriónicas que no poseía, pero que tampoco le fueron imprescindibles para triunfar.

En el orden empresarial, Mary Pickford y él, junto a Charles Chaplin y D. W. Griffith fundaron en abril de 1919 la United Artists, asociación de artistas de larga vida que aún hoy perdura. Fairbanks se casó con la Pickford en 1920, para integrar la más famosa pareja del cine de Hollywood de entonces, aunque solo en una ocasión compartieron roles, en la cinta La fierecilla domada (The Taming of the Shrew), de 1929.

Cincuenta y un años contaba el actor cuando en vuelo de la Pan American llegó a La Habana el 3 de octubre de 1934. No lo acompañaba Mary –el matrimonio confrontaba problemas y se disolvería en 1936– sino el productor cinematográfico Joseph Schenk, ambos procedentes de México. Con traje elegante y sombrero, las fotografías muestran al actor sonriente, en plenitud física a tono con sus roles y la imagen que los espectadores tenían de él a través de los filmes, en que él mismo escenificaba las peripecias de un artista atleta.

Se afirma que tan pronto pisó suelo cubano encendió un cigarrillo criollo y respondió al saludo de los numerosos admiradores que lo aguardaban. En automóvil se le trasladó al Hotel Nacional y alguien especuló que en su rostro se observaba una cierta preocupación, atribuible a la presunta separación de Mary. De La Habana partió hacia Estados Unidos.

Tal vez una única actividad realizó míster Fairbanks en La Habana: se probó uno de los trajes (presumiblemente un dril 100 muy blanco y planchado) de la Sastrería Anatómica El Sol, en la Manzana de Gómez, y se dejó retratar con fines publicitarios, por lo que algún provecho sacó de su paso por la capital cubana.

Galería de Imágenes

Comentarios