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Dos películas cubanas cumplen 95 años

20 de agosto de 2017

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Ramón_Peón_García

Ramón Peón

 

Por razones ignoradas, quedó inconclusa El Rancho número 13 o El Rancho X. La que hubiera sido la sexta película de Ramón Peón, esta vez en el estilo de las cintas norteamericanas de cowboys, la comenzó a interpretar Juan Antonio López Gabel, veterinario de profesión, que mostraba sus habilidades como jinete y actor. Peón, entonces volvió a proporcionar a la actriz Billie Dear el papel de una damita dotada de encantos provocadores de todo tipo de sentimientos en los hombres a su alrededor en la comedia Casados de veras, producida por la firma Flash Films. Ella era Olga Pozuelo que resistía el obstinado asedio de Tony Molenillo (Raúl Alfonso) por preferir al apuesto galán Jorge Leonard (Mario Reno), aunque por rencillas familiares los padres de los enamorados se odiaban furibundamente. Un casamiento simulado será la solución que conducirá a un final feliz. Carteles anunció en su edición de abril de 1922 que Ramón Peón, “casi sin elementos viene luchando sin descanso y ya puede decir con orgullo que ‘casi’ ha llegado a la meta de sus aspiraciones”.[i]

Siempre benévolo en sus juicios sobre el incipiente cine nacional, Enrique Agüero Hidalgo –primer historiador del cine cubano–, escribió en una encomiástica nota que en Carteles acompañó un reportaje fotográfico del rodaje, en el que aparece Oscar H. Massager, director de la revista: “Toda la cinta en conjunto, desde la parte fotográfica, hasta el argumento, es un trabajo maestro que nos hace concebir muy fundadas esperanzas en que un día renazca entre nosotros, gloriosamente, como una de las industrias cubanas, ésta de la cinematografía”.[ii]

José E. Casasús, veterano actor teatral y pionero del cine cubano, personificó al cascarrabias Don Jaime Pozuelo de Casados de veras. El reparto lo integraron, además, John Pull, colaborador habitual de Peón, el actor dramático Jacinto González, admirado en ¡Alto al fuego! (1921), de Díaz Quesada, y Mariano Figueredo como el juvenil cartero Arniquilla que provocaba el caos al extraer toda la correspondencia de un buzón. En sus cotilleos, la prensa lo llamaba el Wesley Barry II para compararlo con el actor juvenil estadounidense, de quien se decía que viajó a Cuba para filmar algunas escenas junto a Eddie Polo (Roleaux) de El sello de Satanás, y terminaría radicándose aquí. La primera secuencia de Casados de veras estaba fotografiada por Abelardo Domingo en colores naturales (sistema Prisma). Este trabajo encomendado a laboratorios norteamericanos, era una innovación en la producción fílmica cubana.

Peón, el autor absoluto de esta “obra cinemática” se lamentó de que ningún teatro habanero de suficiente prestigio accediera a presentar la cinta, que tuvo que ser estrenada el 21 de agosto de 1922, en el teatro Verdún, ubicado en la calle Consulado.[iii] En los próximos años, esta céntrica arteria sería conocida como “La rúa peliculera de La Habana” por los numerosos cines existentes en ella. Quiñones, en Cine-Mundial, fue escueto en su reseña: “El mayor defecto de este cinema está también en el argumento, en lo cual no se diferencia de muchas películas que nos vienen de fuera anunciadas a bombo y platillo. Es, sin embargo, Casados de veras lo mejor que en cinematografía se ha hecho en Cuba, pese a los fantásticos triunfos que anda proclamando por México, Marina Cabrera. […] La obra gustó. Ramón Peón ha obtenido magníficos efectos en la fotografía. Su labor es sencillamente soberbia”.[iv]

Desde el 4 de marzo de 1922 comenzó a circular el Semanario Cinematográfico Independiente Cintas y estrellas, consagrado al arte del silencio, bajo la dirección de Henry McDorin, seudónimo de Enrique Agüero Hidalgo. En esta lujosa publicación que supuestamente llegó al cuarto número, el historiador reseñó ese estreno al cual dedicó sus mejores elogios. También firmó como Henry McDorin un comentario en la sección “Secretos del Cinema” del diario La Libertad correspondiente al domingo 20 de agosto. En él encumbraba la incesante lucha del joven Peón, su amigo, “alma mater de todo este enredo” por “engrandecer el silente arte en su patria”; Casados de veras, a su juicio, “bien merece los honores de la admiración y el elogio de todos sus compatriotas”.[v]

Ramón Peón nos demuestra una vez más, ser un hábil maestro de la técnica cinematográfica. Su última producción titulada Casados de veras es una filigrana de arte nacional. Sus intenciones de querer demostrar que en Cuba pueden hacerse buenas películas, logran ser un aserto (sic). Ramón Peón, luchando contra mil inconvenientes, entre ellos, la carencia de suficientes recursos monetarios, causa muy principalísima de que no pueda descollar nuestro cinematográfico arte, ha conseguido hacer una película que puede ser un legítimo orgullo de nuestro suelo.[vi]

Casados de veras fue exhibida en Tampa  y en el Centro Español de Ibor City. A esas ciudades, donde existía una colonia latina bastante numerosa integrada por una apreciable cifra de cubanos, viajaron expresamente para el estreno Ramón Peón, Alejandro González, presidente de la firma Flash Films y el comediante Raúl Alfonso. El propósito de estrenar “la primera película cubana pasada por la censura de los Estados Unidos”, de acuerdo a la propia prensa de La Florida, era “mostrar que en Cuba, sin recursos, sin capitales, sin los elementos con que se cuenta se ha hecho esta producción, sencilla en su presentación y en su estilo, pero pletórica de bellezas naturales, y perfectamente ajustada a la técnica de los maestros del Norte”.[vii]

Como fotoreportero, Julio Power inscribió a su haber algunos de los más sonados “palos” periodísticos de la época, entre ellos la exclusividad de publicar la información acerca de la fuga del bandolero Arroyito de la cárcel de Matanzas. El Mundo rompió el récord de tirada (108 mil ejemplares) con las fotos proporcionadas por el audaz Power, quien también tomó con su cámara el ingreso del bandido en la prisión del Castillo del Príncipe, tras su detención en un tranvía en el pueblo de Regla. Satisfecho quizás con su comedia Los apuros de Aguedito (1921), realizada en colaboración con Manuel Andreu, y sus labores como productor y fotógrafo de La maldita, Power decidió consagrarse a una empresa mayor: filmar un largometraje. Su experiencia fotográfica le permitía no tener que contratar a otro profesional y con el aporte económico del empresario José Trevín,[viii] devenido productor por primera y única vez, rodó la comedia en cinco actos Entre col y col… interpretada por Rafael Marichal y Mario Vasseur, “el Fatty Arbuckle cubano”. Las locaciones escogidas fueron la playa de Marianao, el Paseo del Prado y el puente de El Vedado. El Diario de la Marina publicó un reportaje fotográfico de la filmación de la cinta, sobre la que no ha sido localizada mayor información, salvo que fue estrenada con singular éxito en el cine Capitolio el 11 de septiembre de 1922, hace 95 años.

 

Notas:

[i] Casados de veras: Carteles No. 4, abril de 1922. p. 23.
[ii] Enrique Agüero Hidalgo: “Una buena película cubana”: Carteles No. 8, agosto de 1922,  p. 20.
[iii] Según Cine-Mundial (Noviembre, 1922) el estreno se efectuó en el teatro Fausto.
[iv] Eduardo A. Quiñones: “Crónica de La Habana”: Cine-Mundial, Tomo VII, No. 11, noviembre de 1922, p. 598.
[v] Ibid.
[vi] Reproducido por Enrique Agüero Hidalgo en “Sucedió en Guanabacoa”: Cinema, Año IV, No. 127, 8 de mayo de 1938, p. 10.
[vii] Enrique Agüero Hidalgo: “Hurgando en el pasado del cine cubano: la película Casados de veras: Cinema No. 258, La Habana, 1º de noviembre de 1940,  p. 2.
[viii] José Trevín falleció a principios de diciembre de 1958.

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