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Descendientes cubanos negros del abuelo de Pablo Picasso

6 de junio de 2013

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El calendario en su paso constante adelantó a mediados del último año de la veinte centuria la constancia de la curiosa existencia de una rama descendiente de la familia Picasso en Cuba. Y la reconstrucción de la historia ofreció imágenes de la constancia de las semillas fundacionales del abuelo materno del futuro gran pintor que se anidó en una negra liberta. Ella dejó la constancia de aquel amor que tuvo por nido la sureña ciudad de Cienfuegos.

Como una reiteración del perfil físico de la familia dos fotografías una del negro Juan Antonio Picasso Pérez y otra a su lado del malagueño Pablo Picasso permitieron apreciar la coincidencia en ambos rostros. En ellos estaban los vivaces ojos de grandes párpados del afamado pintor, mirada brillante, la pronunciada nariz y la forma de los labios que presentaron en sentido general la huella tipológica indiscutible de los descendientes de una misma familia.

Don Francisco Picasso Guardeño quien sería abuelo materno de Pablo Picasso por parte de madre abandonó un buen día La Coruña y atravesó el mar hacia la América española para dejar atrás su interés de ser artista en su espacio natural cuando no representaba una oportunidad económica de interés para su futuro. Había acabado de perder una joven hija y se propuso cruzar el Atlántico en búsqueda de cierta fortuna, primero en Perú y después en Cuba al asentarse luego de su paso por La Habana y Cárdenas en la zona de Cienfuegos.

En el nuevo espacio cubierto de centrales azucareros de resultados promisorios Don Francisco demostró ser un emprendedor emigrante económico quien muy pronto se unió a Cristina Serra, una bella negra liberta, con quien tuvo dos hembras y dos varones con los apellidos Picasso Serra que fueron reconocidos como las primeras ramas del árbol genealógico de los Picasso en Cuba. Aquel protagonista “indiano”, como se conocía a los europeos asentados en el Nuevo Mundo, nunca regresó a Francia y murió a consecuencia de una anemia en 1888, sin que diera información sobre la familia que fundó en la Isla a sus parientes en Europa.

Mientras en La Coruña el pequeño Pablo Ruiz Picasso de apenas siete años ya era reconocido como una genialidad ante la constancia de su práctica en las artes plásticas. Y al sur de Cuba la negra Cristina Serra mostró una gran entereza de carácter para asumir sola el futuro de sus vástagos con Picasso Guardeño. Todos aprendieron a leer y a escribir, gustaban de vestir de forma impecable. Los varones aprendieron oficios y las hembras mostraron su sabiduría y delicadeza en las labores hogareñas.

La primera semilla de aquel amor fue Juan Francisco Aurelio Picasso Serra (1876-1924) quien tuvo nueve hijos muchos de los cuáles fueron octogenarios. También Arcadia de la Caridad aportó a siete hijos y murió en La Habana Vieja en la década de los 30 del siglo XX. La última en morir fue Cayita en la cuartería La California de la capital. El último de aquella  generación, Fermín resultó un brillante bailador, pero no se ha conocido dejara descendencia.

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