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Desafío de la desnudez

15 de julio de 2016

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Todavía hay quien se sorprende, más que admirar, el desnudo artístico. No es que el tema sea rechazado, mucho menos, cuando las muestras son elogiadas por los conocedores de esa expresión del arte. Lo que llama al asombro es que el lev motiv no sean los clásicos modelos de la juventud, sino los representativos de la plenitud otoñal. Cuerpos marcados por el paso del tiempo, donde todo canon establecido de belleza, pierde el esquema para enfrentarnos a una nueva geografía corporal.

Sin embargo, como en la cinematografía, hay valentía en la propuesta y la defensa del concepto: identificarnos con la desnudez en decadencia. Todavía se recuerda lo significativo de la colección “Figure Model Series” expuesta en Cuba. Su creadora, la norteamericana Jacqueline Hayden nos permitió conocer su punto de vista para acometer el proyecto:

“La vida no acaba con el envejecimiento –dijo–, debemos convencer a la humanidad que esos patrones quedaron en el pasado; hay que identificarse con las formas en que el tiempo transforma lo que fuimos ayer. No cerrar los ojos a la realidad, y cuando llegue el momento, aceptar nuestra nueva figura. Amar esa imagen y reflejarla sin miedos en el arte, es una forma de influir en el pensamiento de quienes transitan por esas edades, y que la autoestima no les permite, incluso, mostrar al ser amado su cambio de imagen”.

Justas razones de la Hayden al señalar la caducidad de los esquemas culturales griegos introducidos en las artes plásticas, particularmente, en el desnudo artístico. La perfección del cuerpo como ideal humano que prendió en el pensamiento a través de la historia.

Tras décadas de tradicional menosprecio, la pintura llamada “hiperrealista” comenzó a imitar el naturalismo fotográfico, pero, el desnudo atrapado por el lente resultaba ofensivo, porque certificaba que alguien se había despojado de sus ropas ante el fotógrafo.

Tiempos han pasado desde entonces. Elevada a la categoría de fotografía artística, la cámara busca también la perfección, pero en el desnudo, con variedad de cánones de aceptable belleza, donde no hay regla fija de proporciones en la figura humana.

Ese es el desafío que impone demostrar, que el cuerpo no es la forma idílica que el arte griego trazó, y lo más importante, que en ninguna fase de la vida, nuestra figura es motivo de vergüenza, más que demostrado en las bellas imágenes de los desnudos que plasmó la Hayden. Ojala…vuelvan otra vez.

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