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Delicias de antaño que vuelven

17 de febrero de 2022

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Paniqueques envasados para comercializar

Paniqueques envasados para comercializar

 

Por los días finales del angustioso año que acaba de culminar (2021) y probablemente como resultado de ciertos resortes económicos aplicados en la esfera de la producción alimentaria, han aparecido, para bien, con mayor o menor presencia y apelativos reales o renovados, algunas hechuras que se nos acercan desde un pasado lejano.

Como nuestra mirada es sensible a estas sorpresas, nos detendremos brevemente en alguna que otra de ellas. Comienzo por el paniqueque. Este ejemplar es propio de las provincias del centro y norte del oriente cubano. Es una panetela dulce que se elabora con harina de trigo, azúcar, miel de abejas o melado de caña, bicarbonato y grasa. Para su preparación se mezclan todos los ingredientes y la masa obtenida se vacía en moldes de forma y tamaño parecidos a la suela de un zapato. Después se hornea hasta que cueza bien, obteniéndose una pieza alargada de unos 15 centímetros de largo por 10 centímetros de ancho, de color oscuro y algo blanduzco. En algunos lugares, el molde tiene los bordes en forma de serpentina continua. El paniqueque se acompaña muy bien con café con leche, chocolate caliente en los días menos calurosos, con guarapo (jugo de la caña de azúcar), e incluso, con un batido de mamey que por allá es conocido como zapote.

Aunque no es lo mismo, a veces se comparan a algunas variantes que difieren en cuanto a textura o forma. En este sentido son propias de Santiago de Cuba (la cuerua, por ejemplo, o en La Habana, los queques). Nunca había encontrado paniqueques (como los he descrito en el párrafo anterior) fuera de su distante sitio de origen. Sin embargo, en el propio barrio habanero del Vedado, en las últimas semanas, he adquirido un ejemplar con mucho parecido al original aunque son ofertados comercialmente como queques.

El paniqueque ha tenido sus momentos como protagonista de historias locales. En el polémico libro titulado Así es Gibara, escrito por el holguinero José García Castañeda (Pepito), quien fuera conocido científico, profesor, afamado arqueólogo y contador de crónicas parecidas a los tamales: pican y no pican. Decía Pepito en el citado: “¿Que en Gibara se consumen unos ciento veinte mil paniqueques semanalmente? … La venta de paniqueques, y de los dulces anunciados con el repiquetear de campanillas, dan nota de alegría a la Villa de Gibara.”

Cremitas de leche

Cremitas de leche

Generalmente, las delicadezas dulces de un antaño lejano y en otras ocasiones, más cercano, aún las disfrutamos por su sencillez y buen gusto. La cremita de leche es otro espécimen que en los meses anteriores ha aparecido con frecuencia en las ofertas populares, acompañada de un precio poco amigable. Estas señaladas cremitas – presentes en muchas regiones- no dejan de ser mencionarlas como camagüeyanas en las fuentes locales de esa provincia. Y aunque ya he comentado sobre la ambigüedad que nos depara este debate, para el caso, me haré eco de la información que nos brinda Rosa M. Cubela en la revista Bohemia (26 de abril de 2016), que dice: “En Cuba la historia de las cremitas de leche se remonta a la década de los años 20 del siglo pasado, cuando -en Cascorro, Camagüey- se hacían de manera artesanal, en fogones de leña, tanques de 55 galones cortados a la mitad como recipientes, y el uso de paletas de madera para revolver la mezcla de leche de vaca y azúcar.” Y añade: “Hay quien la hace con leche condensada o le añade yemas de huevo. La receta básica es la misma cantidad de leche que de azúcar.”

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Comentarios



Catalina Roxana Rosu / 15 de junio de 2022

Hola, la receta de los paniqueque la podrían poner?. O una foto del paquete para ver los ingredientes?. Gracias