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Del pasaje al hotel

3 de septiembre de 2021

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El hotel Pasaje fue el más antiguo del Reparto Las Murallas. Ubicado en la manzana 14 de dicha urbanización, formó parte de la efervescencia constructiva de la zona en los años de 1870. Don Pedro Gutiérrez Castillo fue el primer propietario privado de todos estos solares de la mencionada manzana, pues el 9 de octubre de 1874 compró, por 250 000 pesetas, al Administrador Central de Rentas y Estadísticas y a nombre de la Hacienda pública, los solares No. 6 y 7: el solar No. 6 situado hacia la calle Prado y el No. 7 hacia Zulueta. Luego, en ese mismo año, adquirió también las parcelas Nos. 4 y 5 de esta manzana. Cada una de las porciones medía 670 m.

 

Estación de Villanueva y Campo de Marte en los primeros años del siglo XX. Al fondo, los edificios levantados en los solares mencionados

Estación de Villanueva y Campo de Marte en los primeros años del siglo XX. Al fondo, los edificios levantados en los solares mencionados

 

A pesar del trazado meticuloso y organizado de los terrenos, el hotel no surgió como un edificio único, sino que fue el resultado de la adición de varias fincas y la incorporación de un pasaje existente en la manzana desde épocas anteriores. A ello se suman las acciones de compra venta de dichos solares y los cambios de propietarios. Así, Emilio Reyling y Arcadio Sequeira son los que comienzan a fabricar inmuebles independientes, pero con algunos usos comunes y vinculados al pasaje.

Imprescindible para el estudio de Las Murallas resulta la obra del historiador Carlos Venegas Fornias La urbanización de las murallas: dependencia y modernidad (1990), y para el hotel Pasaje, la investigación (inédita) de Patricia Andino Díaz Estudio histórico Sala Polivalente Kid Chocolate, antiguo hotel Pasaje (2015). En este último trabajo se revela la anterior presencia de esta abertura en la manzana, cuando muchos pudieran pensar que el hotel se construyó desde el inicio con el mismo concepto de las galerías comerciales atravesando una manzana y que para la fecha estaban muy de moda en Europa. Andino expone de igual forma la existencia, en el Archivo Nacional de Cuba, del Libro 99 de la Antigua Anotaduría de Hipotecas, donde se detalla que el solar No. 4 de la manzana 14 estaba “atravesado por la vía del ferrocarril urbano cuya traslación está acordada a la calle Central”, o sea, la calle Zulueta.

 

Fragmento del Plano de La Habana, de 1900, de Esteban Pichardo. Se aprecia la manzana No. 14, atravesada por el pasaje, cercano al Payret

Fragmento del Plano de La Habana, de 1900, de Esteban Pichardo. Se aprecia la manzana No. 14, atravesada por el pasaje, cercano al Payret

 

Vale recordar que, frente a esta manzana, teniendo en medio solo al Paseo del Prado, se erigió la Estación de Villanueva, primer paradero de La Habana para recibir la llegada del ferrocarril a Cuba, en 1837. Dos años antes había comenzado la construcción del edificio destinado a estación cuya fachada principal miraba hacia el Campo de Marte y el patio para la formación y depósito de trenes hacia las calles Industria, San José y Prado, por lo que no sería insólito que una de las líneas de ese ferrocarril pasara por los terrenos que luego formaron la manzana 14.

Según Venegas, en el título citado, cuando comienza la urbanización del Reparto Las Murallas, muy lentamente se ejecutaron las obras de infraestructura y el traslado de las líneas del ferrocarril urbano para que siguieran una trayectoria más conveniente, pero sin duda -concluye Andino-, ese camino abierto en la manzana por la vía férrea se dejó libre para continuar comunicando las calles Prado y Zulueta, funcionando como una especie de atajo solamente peatonal. La existencia de este corredor se aprovechó entonces para la función terciaria, que acompañaba los aludidos pasajes comerciales europeos.

El único otro ejemplo de pasaje comercial en La Habana se encuentra en el vecino y célebre edificio de la Manzana de Gómez. La gran diferencia es que en la fabricación de este inmueble -su planta baja se construyó en 1894- sí se concibió la formación de dos vías interiores cruzadas, completamente cubiertas y reservadas al tráfico peatonal.

 

Galería hotel Pasaje, siglo XIX

Galería hotel Pasaje, siglo XIX

 

Usualmente, para la construcción de estas galerías se aprovechaba el interior de inmuebles ya existentes, los cuales se calaban para dar lugar a estas nuevas áreas comerciales. En la manzana No. 14 del Reparto Las Murallas ocurrió lo contrario, primero existió el pasaje y luego se edificó cerca y sobre él, colocándose una cubierta de hierro y cristales. Incluso, en los planos de la época, aparece señalado el pasaje dentro de la referida manzana y en los directorios comerciales de principios del siglo XX, se toma como un límite físico existente, al describir que el Paseo del Prado corría en esta zona entre San José y Pasaje y entre Pasaje y Teniente Rey. Asimismo, en los asientos más antiguos de la Anotaduría de Hipotecas -apunta la historiadora-, uno de los linderos de los solares Nos. 4, 5, 6 y 7 siempre era “la calle que titulan Pasaje”, “la Travesía del Pasaje” o “la avenida Pasaje”. Citando a la autora del Estudio histórico Sala Polivalente Kid Chocolate, antiguo hotel Pasaje, “el pasadizo habanero tomó su nombre de su propia condición urbana, y esta nomenclatura se extendió también al hotel abierto en sus inmediaciones”.

Estos pasajes se resaltaban dentro de la fachada con un gran arco, que se extendía hacia el interior del edificio formando una especie de bóveda. En el caso del pasaje habanero los arcos se enmarcaron con pilastras estriadas adosadas, las del acceso por Prado, dóricas, y las de Zulueta, jónicas. Sobre estos arcos, se fabricó un nivel superior con tres vanos separados por pilastras corintias; por Prado, este piso culmina con un pequeño frontón decorado en el centro, mientras que por Zulueta el frontón es curvo con un cuerpo central a modo de espadaña.

 

Entrada al Pasaje por Prado y por Zulueta

Entrada al Pasaje por Prado y por Zulueta

 

Dulcerías, restaurantes, bares, librerías, sombrererías, perfumerías, entre otros establecimientos comerciales, se agruparon en la galería cubierta Pasaje, la cual llegó a convertirse en uno de los sitios más distintivos de la ciudad y su nuevo centro.

En 1910, El Fígaro comentaba el esplendor y protagonismo de este espacio a nivel urbano que, a su vez, contribuía con la notoriedad del inmediato hotel. Allí se celebraban en “el espléndido pasaje, galería de cristales que tiene una cuadra de largo, –de Prado a Zulueta– (…) banquetes monstruos” – apuntaba la referida revista. El devenir del hotel Pasaje, presente durante más de medio siglo en el ámbito habanero, merece una historia aparte.

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