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Del Imperio del yodo

24 de mayo de 2013

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Presente en los botiquines hogareños, el prestigio del yodo trasciende de generación en generación. Sus pinceladas en cualquier rasguño dan absoluta garantía. Pero, muchos desconocen su valor  determinante para la salud humana.
El yodo fue descubierto en residuos de algas marinas por Bernard Courtois, un francés comerciante de salitre. Posteriormente, el químico galo Joseph Louis Gay-Lussac, le dio nombre y estableció su uso en 1813.
Como todos los halógenos, es químicamente activo, se disuelve en una disolución acuosa de yoduro de potasio, aunque también en agua, alcohol, cloroformo y otros reactivos orgánicos. Con siete electrones en la capa exterior de su átomo, cuenta varios estados de oxidación, y se combina con la mayoría de los metales para formar yoduros, y haluros.
El yodo es un elemento relativamente raro, pero sus compuestos están muy extendidos en el agua de mar, en el suelo y en las rocas. En menor grado, se extrae de organismos marinos, como las algas, que le concentran en sus tejidos.
En la medicina ocupa un plano relevante, porque esta presente en una hormona de la glándula tiroides que afecta al control del crecimiento y otras funciones metabólicas.
Como es conocido por la gran población, es insustituible como antiséptico y desinfectante, a lo que se une, que ciertos isótopos radiactivos del yodo se utilizan en investigaciones médicas y en variados campos, como la fotografía, fabricación de tintes y operaciones de bombardeo de nubes. En química, como agente oxidante.
Peligro del déficit
Pero, la deficiencia de yodo es la causa principal de daño cerebral irreversible. El faltante ínfimo en la dieta, produce manifestaciones clínicas diversas, que incluyen cretinismo y bocio endémicos, retraso del desarrollo sicomotor, y aumento de la mortalidad infantil, por mencionar algunos.
De estas enfermedades, la más identificada es el bocio, afección de la glándula tiroides caracterizada por una inflamación en la cara anterior del cuello.
El bocio simple, deviene aumento global de la glándula, o de uno de sus lóbulos, causado por el déficit mencionado. La profilaxis requiere pequeñas cantidades del yodo durante largos periodos de tiempo. Su ingestión durante el embarazo evita el desarrollo de la enfermedad, tanto en el lactante, como en la madre.
El bocio tóxico, también denominado hipertiroidismo, o tirotoxicosis, se manifiesta en dos tipos, la enfermedad de Graves y el bocio tóxico multinodular. El primero es un exceso de secreción de tiroxina, posiblemente de origen autoinmune. En cuanto al segundo, es una fase avanzada del bocio simple. Los síntomas incluyen taquicardia, temblores, aumento de la sudoración y del apetito, pérdida de peso, debilidad y fatiga. Algunos pacientes presentan alteraciones oculares, (mirada fija y desorbitación de los globos oculares).
En cuanto al cretinismo, es consecuencia de la ausencia congénita de tiroxina, hormona secretada por la glándula tiroides. Propicia retraso físico y mental, estatura corta, escoliosis, abdomen en péndulo, extremidades deformadas, facciones toscas y pelo escaso y áspero. Cuando un niño nace con déficit de tiroxina las neuronas cerebrales no desarrollan sus ramificaciones múltiples que crean la compleja red cerebral.
En adultos, el tratamiento con tiroxina o extracto de tiroides produce una ligera mejoría. En la infancia se consigue la curación y un desarrollo normal, siempre que se mantenga la terapia sustitutiva durante toda la vida. El diagnóstico precoz en los recién nacidos es rutinario en muchos países. En las madres afectadas de bocio grave,  el tratamiento se inicia antes del parto.
El cretinismo endémico se asocia al bocio, en especial en ciertos valles de los Alpes y los Pirineos, Siria, India y China, áreas con disminución de sales yodadas en el agua. Las medidas de salud pública, incluyen básicamente la adición de yodo al agua para beber, beneficiosas para reducir la incidencia de ambas discapacidades.
Intensos programas de trabajo conformados por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y la Organización Mundial de la Salud (OMS), velan porque en las zonas geográficas donde falte, se compense con
sal yodada.

En inmediato cumplimiento, Cuba inició la producción de las primeras cantidades del producto.  Con esa medida clasificamos entre los países de América Latina que incorporaron el oligoelemento a las sales de consumo humano para prevenir el retraso mental en sus recién nacidos, resultados, que hasta el momento, no han alcanzado otras naciones de la región.

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