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Darle tiempo al amor

29 de diciembre de 2017

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Hace algunos años visité a una querida amiga en una de sus vacaciones que pasaba en Cuba, porque hacía algún tiempo que se había radicado en el exterior, y después de conversar, tomar café y reírnos, ella y su esposo –también mi amigo– me dijeron que me quedara a comer para estar más tiempo juntos; pero rechacé la invitación por esas cosas de la premura de la vida. En ese momento no me podía imaginar que sería la última vez que la vería, porque no pudimos coincidir más por las mismas razones por la que no acepté la invitación, y un tiempo después ella falleció, y les digo con sinceridad que con frecuencia pienso en esa amiga y el arrepentimiento por no dedicar más tiempo para encontrarnos.

Traigo a colación este evento personal, porque a  muchos nos ha pasado que no nos damos cuenta que son esas situaciones las que nos muestra que la vida es mucho más que trabajar y andar corriendo para cumplir con deberes, y hay que dedicar el tiempo a los afectos, a cualquier tipo de afecto, ya sea a la pareja, a los hijos, amigos, o sea, a todos los que amamos.

Tal vez ustedes dirán que eso es lógico, y muchos estarán seguros que lo hacen, sin embargo, yo me atrevo a decir que no es así, y para que me crean, les hago algunas preguntas: ¿nunca ha faltado a la fiesta de fin de curso de un hijo por cuestiones de trabajo?, ¿no ha dedicado durante las vacaciones algún tiempo para trabajar o incluso las ha interrumpido para correr al trabajo por algo que ha surgido de improviso?, ¿no se ha olvidado de un aniversario porque la presión laboral es mucha?, ¿desde cuándo no pasa una noche romántica con su pareja? Y por último, ¿qué tiempo hace que no se va con la familia a un día de paseo por el simple placer de estar juntos?

Todos hemos caído en la trampa de la velocidad de la vida, de la carrera para lograr metas y creemos que los demás deben dar por sentado que por ser familia, por vivir en la misma casa no hace falta mucho más, e incluso nos justificamos diciendo que trabajamos tanto para que a la familia no le falte nada, y claro que nos referimos a cuestiones materiales y nos defendemos enumerando los bienes materiales que tiene la familia y que es producto de esa entrega, cuando en verdad la familia sería más feliz teniéndonos más tiempo en casa, dándonos amor, que una ausencia económicamente ventajosa. Además, enseñamos a los hijos a que el amor es sinónimo de dinero, casa, juguetes caros, vacaciones costosas, provocando una tergiversación de los verdaderos valores de los afectos, lo cuales se construyen sobre la interacción directa. Y es que efectivamente, el amor se construye, no surge de la nada o solo por el hecho de una relación consanguínea, se logra compartiendo tiempo para construir recuerdos, que son la base del amor, porque cuando pensamos en alguien que queremos, ya sea que estén cerca o lejos o ya haya partido, es el tiempo que hemos pasado juntos y las cosas que hemos hecho juntos, lo que hemos aprendido, lo que nos hemos reído, las ayudas que nos hemos dado e incluso los malos ratos que hemos pasados lo que recordamos, pero fíjense bien, que todo se refiere al tiempo en común donde se incluyen fotos, postales y hasta cartas –algo lamentablemente muy disminuido por la tecnología– y de los bienes materiales, esos por los que trabajamos tanto y nos absorbió tanto tiempo, tiempo que le quitamos a estar cerca de los que queremos, pues de eso no se habla, y nos llena de tristeza mirar fotos y darnos cuenta que falta alguien importante porque “estaba trabajando” y no pudo asistir a la reunión familiar o de amigos.

Lo peor de todo es que el tiempo perdido no se rescata porque lo que se perdió no vuelve, ni se sustituye, aunque se repare en parte, cuando la madurez de la vida nos abre los ojos y la tomamos con más calma y visitamos amigos, disfrutamos poniendo el árbol de navidad con los nietos, hacemos tarjetas de felicitación para los seres queridos, enseñamos a hacer un  postre a la vecina amiga y tantas otras cosas que son buenas, pero que hubiera sido mejor hacerla desde mucho antes.

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