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Cuestión de gustos

31 de mayo de 2013

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Uno de cada dos hombres tiene problemas de calvicie. Aunque no es un problema de salud, a muchos provoca depresión, mientras que otros se resignan porque… a ninguno le gusta perder el cabello.

Un estudio sobre  el impacto psicológico de la alopecia realizada en la Universidad de Westminster, en Londres, mostró que provoca  pérdida de autoestima, sentimientos de enojo y estrés, que pueden desencadenar ansiedad y depresión.

En contraste, la Universidad de Pensilvania, (EE.UU.), demostró que la calvicie total hace percibir al individuo como más fuerte, atlético e, incluso, más alto. Por tanto, no para todos es una experiencia negativa; incluso, algunos la viven con indiscutible atractivo, como símbolo de masculinidad.

Por supuesto que no exageran; a partir de la aparición en la cinematografía de las cabezas rapadas de Yul Brynner, Bruce Willis o Sean Conery,  en la moda internacional se desató el boom de quienes lo imitaron, aquellos que casi diariamente pasan la cuchilla por su cráneo, aunque sean dueños de una espesa cabellera.

A partir de esos ejemplos, los jóvenes exhiben orondos su nuevo modelo de belleza, y nadie duda que, entre ellos, haya muchos que resolvieron el riesgo de una posible alopecia genética, garantizando así, para siempre, una imagen socialmente aceptada.

Y como para romper los mitos del cabello como adorno imprescindible del ser humano, miles de mujeres siguen también la práctica de cráneo-rapado, para retar al mundo con un atractivo novedoso  y eliminar, definitivamente, la imposición de pretenciosos patrones que determinen lo que debe gustar.

 

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