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Cuando se descubre la infidelidad

7 de marzo de 2014

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Había quedado pendiente comentar acerca de cómo puede o no determinar positiva o negativamente el dialogar, la comunicación o cuando ha habido una confesión por parte de quien es infiel o lo esta intentando, y hemos conocido de casos que a través de una conversación entre ellos dos o con la presencia de un especialista, la pareja se ha salvado y la historia de la infidelidad ha quedado en el pasado. Contrariamente, se de casos que la confesión ha acelerado el proceso de separación de la pareja, pero en cuestiones del comportamiento humano no hay recetas, todo depende de las características de cada uno de los miembros de la pareja, por lo que es una determinación personal e individual de las partes, confesarlo o no, llegar a un acuerdo o no.
Con el anterior procedimiento, pueden que surjan dudas de cómo proceder, tanto del que pretende confesar como del que recibe la confesión, pero en estos casos, se puede consultar previo a la confesión a un especialista en relaciones de pareja, y una vez realizado este acto, también se puede acudir en busca de una orientación facultativa.
Decía mi abuela Amalia, que en ocasiones no existe tal infidelidad, pero con los celos se hace ver lo que no había y entonces se produce el hecho, es decir, hacemos ver a la pareja lo que quizás no se había ni percatado. En estos casos incitamos al acto de infidelidad.
Si bien es difícil descubrir y asegurarse de que la pareja está siendo infiel, aparecen indicios, excusas que si las escuchamos nos dan la pauta de qué hay algo que está cambiando: reuniones de trabajo que antes no eran tan frecuentes, salidas con amigo/as, cambia el comportamiento, aparecen conductas de evitación, cambio de hábitos en los horarios de salida y llegada cotidianos, disminución de la frecuencia sexual, entre muchas otros comportamientos que dan el alerta de que algo no habitual esta sucediendo.
También a partir de la propia convivencia, de las relaciones interpersonales, los diálogos se van disminuyendo hasta ausentarse, la irritabilidad incontrolada de las dos partes, una porque se siente agredida, la otra porque se siente acosada y descubierta. Comienzan a reinar en la pareja los silencios, la indiferencia y un cumplimiento de deberes de forma mecánica, muy marcada.
En todo este problema de la infidelidad se hace presente los tradicionales problemas de genero, en el caso de la mujer es pecaminoso, en el hombre no tan sancionado. Cuando la mujer es quien tiene el comportamiento de infidelidad, el hombre no puede ni debe perdonar, eso va en contra de su hombría.
Y no es usted capaz de imaginar la cantidad de hombres que he tenido que atender en consulta porqué han llegado a presentar un gran conflicto de aproximación – rechazo, que es aquello de quiero y no quiero y pueden terminar en estados depresivos ansiosos tan avanzados que se convierten en fuertes estados neuróticos. Esto se produce porqué existe la posibilidad de una reconciliación, lo desean, lo entienden, lo quieren , pero su condición de hombre –“de macho”- no se lo permite, sobre todo por la presión social de los amigos, la vecindad y hasta de sus familiares mas cercanos.
En el caso de la mujer, cuando su pareja le ha sido infiel, vienen los consejos de siempre: “Piensa en tus hijos, no lo dejes”, “En definitiva tu eres la esposa legitima, la otra es la bandolera, la amante”, “Son cosas de hombres, el tuvo que hacer su papel de hombre, ella fue la que se le insinuó y el es hombre, tenía que proceder”. Y todo es muy curioso, el hombre es infiel porqué es muy macho, la mujer no, la mujer es infiel porqué es una zorra y otros apelativos no reproducibles.
En todo esto si hay algo que es cierto, cuando la mujer decide cometer un acto de infidelidad, salvo muy raras excepciones,  es porqué esta demasiado motivada en el orden sentimental con su amante, en el caso de los hombres puede suceder igual, pero con cierta frecuencia lo que predomina es el hecho de hacer su papel de hombre, o porqué se creen con una libertad por ser hombres que les pertenece a ellos y no a las mujeres.
En el caso de los hombres el principal comportamiento en la mujer que los pone a sospechar de una posible infidelidad, es cuando ella evade tener relaciones sexuales, en lo primero que piensa es en que ya no le gusta, que tiene otro hombre y todas esos pensamientos que todos conocemos. En el caso de la mujer además de sospechar por la disminución y la calidad de las relaciones sexuales, es mucho mas observadora del comportamiento cotidiano, cualquier detalle, llegadas tardes frecuentes, olores a otros perfumes que no es el de ella, perdida de costumbres y hábitos que tenían como pareja.
En el caso de las parejas homosexuales, tanto entre dos hombres como entre dos mujeres, los síntomas son iguales,  no hay diferencias, no tanto por el papel que desempeñan dentro de la pareja, sino porqué hoy en día se ha generalizado un comportamiento muy diferente a como se veían tradicionalmente este tipo de relaciones, donde una parte ocupaba una función semejante a la del hombre en una relación heterosexual y la otra la de la mujer. Hoy en día en este tipo de relaciones, salvo raras excepciones, se fundamenta en la relación entre dos personas del mismo género sin perdida de su esencia como hombre o como mujer.
En cualquiera de los tipos de pareja, a partir de la situación descrita es cuando comienzan las sospechas, los silencios, los alejamientos afectivos, la acumulación de dudas que propician reservas y rencores, perdida de la confianza, estado permanente de expectación y son precisamente estos elementos los que van delimitando el amor, es decir a la relación de parejas, pero en esto determina en gran medida el acto de perdonar la infidelidad, que sería otro tema a tratar en otro momento, y sobre todas las cosas, que la práctica de la infidelidad y la forma de asumirla por la parte a la que le han sido infiel, es sin lugar a dudas, una decisión personal, pero que siempre debe estar centrada en el bienestar individual, el de la otra persona y el de la pareja en si misma.

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