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Creatividad emocional

9 de junio de 2017

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En mi último artículo les hice la historia de Antonio, el joven que desde pequeño los padres se percataron que tenía talento para la pintura, pero que al tener un escaso alfabetismo emocional, todo esa capacidad artística no fue suficiente para que fuera creativo en su profesión, y ese es el tema del que voy a escribir hoy: la creatividad. Abordaré lo que popularmente se cree y lo que verdaderamente es el tema, porque es mucho más que un atributo de los artistas, escritores y de profesiones que tienen relación de una forma u otra con la vida pública –entiéndase que me refiero a las vida mediática–.

Así, no es extraño alabar la creatividad de tal o más cual modisto, arquitecto, escultor, dramaturgo, ya que ha descubierto nuevas formas de hacer, usar nuevos materiales, combinar, cambiar y lograr un resultado distinto, novedoso. No es falso esto que acabo de decir, porque es una realidad que todos vemos a diario, sin embargo este criterio es incompleto porque la creatividad es mucho más que eso –aunque a veces no nos percatemos–. De esta manera, rara vez reconocemos a la madre-cocinera por la creatividad que despliega en la confección de un nuevo plato delicioso con los mismos ingredientes –y hasta con menos–, pero con un resultado diferente que asombra a la familia y convierte la hora de cenar en una actividad agradable.

Pero aun así seguimos quedándonos cortos cuando de creatividad se trata, porque también en términos de inteligencia emocional, tiene su espacio, y se le llama de esta forma: creatividad emocional. Esta es la que no nos debe faltar a nadie porque saber pintar, cocinar o diseñar un vestido es talento de algunos, mientras otros se destacan en cultivar flores, construir cohetes espaciales y así todos somos buenos en algo. Aunque nos falte una que otra habilidad, podemos tener éxito en la vida y ser felices, pero si no tenemos creatividad emocional el fracaso está muy cerca, y seguro que a nadie le gusta fracasar. Entonces, y siguiendo el mismo criterio que al principio di de creatividad, en términos de vida emocional, ser creativo es darle sentido y dirección a los sentimientos, poniéndolos como una buena guía de lo que hacemos.

Voy a poner un ejemplo, porque sé que es la mejor forma de hacerme entender, y lo hago con algo que es parte de la vida actual y las altas tasas de divorcio que existe en todo el mundo. Cuando una pareja se divorcia, el padre que se queda con los hijos tiene mucho tiempo y realiza la mayor parte de las actividades con los niños, mientras que el otro solo tiene a su disposición los fines de semana, por lo ¿qué sucede? Por regla general se comete el error de la permisibilidad porque se cree –erróneamente– que si van a tener tan poco tiempo para estar juntos, ¿cómo lo voy a poner a hacer tareas o que siga las reglas de dormir temprano? etc., etc., etc. Sin embargo, con un desarrollo de la creatividad emocional, cualquier tarea o tiempo es posible convertirlo en un espacio de amor, de intercambio afectivo. El padre quiere que el niño se queden viendo la TV sentado con él en el sofá “para estar más tiempo juntos”, sin embargo, ¿ver la TV juntos es un efectivo intercambio emocional? Y ¿qué les parece acostarse con los hijos para hacerse historias, leerse cuentos e intercambiar secretos? Y así, el niño se duerme y el padre puede ver la TV que quiera y lo que quiera. A mí me parece más creativa la segunda, ya que además de mantener las reglas educativas de su vida diaria, se propicia la cercanía y el entendimiento, además que se están realizando actividades infantiles, que es mucho más que “estar juntos por estar juntos”.

El asunto central de la creatividad es lograr un resultado bueno e incluso mejor con los recursos que poseemos, sin necesitar, por ejemplo, que el padre gaste mucho dinero para que todos los fines de semana sean “fantásticos” porque van a tal o más cual lugar. En lo cotidiano, mientras que el amor tenga un espacio de intercambio, el resultado es mejor, ya que en más de una ocasión he escuchado a hijos reclamarle a padres y madres que “le han dado de todo menos lo que realmente les importaba que es amor”.

No es difícil ser emocionalmente creativo, solo tenemos que pensar en los beneficios que da el manifestar nuestras emociones de forma que sigan un propósito potenciador de la meta que perseguimos. El ejemplo que puse fue de amor, porque me gusta ir hacia lo positivo, pero el manejo creativo de las que habitualmente se perciben como negativas también deben saber dirigirse, ya que la ira, por ejemplo, muy bien direccionada puede salvar la vida, y de eso tengo una experiencia personal que tal vez en otro momento les contaré.

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