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Controvertido tendón

17 de mayo de 2013

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Nuestros pies devienen en la práctica una especie de “todo terreno”, que se amoldan al suelo que pisamos, tantos en llanos como en lomeríos, o por “baches y aceras”. Es tal su seguridad, que la gente abusa, sin tener en cuenta, que esa parte del cuerpo humano fue la que más  evolucionó para que remotos ancestros llegaran a la locomoción bípeda.

¿Su anatomía? Pues diseñada en la forma de sus huesos, articulaciones, ligamentos, músculos, tendones, vasos (arterias, venas, linfáticos), nervios, tejido subcutáneo, piel y faneras.

Sin lugar a dudas, su parte más popular es el tendón de Aquiles, así llamado por el personaje al que le debe su nombre, que fue un guerrero de la batalla de Troya, hijo de la ninfa del mar, Tetis, y de Peleo, rey de los mirmidones de Tesalia, en tierras griegas.

Según contó Homero en la Ilíada,  cuando Aquiles era niño, su madre lo sumergió en el río Éstige para hacerlo inmortal. Pero, algo falló en el bautizo maternal, pues el niño se hizo invulnerable, con excepción de… los talones, por donde lo sostuvo su mamá.

La mitología primero, y la literatura y cinematografía después, han reflejado muchas veces, la tragedia en los muros de Troya. Justo, cuando la guerra casi estaba ganada: Aquiles fue mortalmente herido en el talón por su adversario Paris.

Pero, lo interesante del nombre distintivo de esa localización anatómica, es que a partir de la leyenda, se considera también “Talón de Aquiles” a todo punto fundamental de cualquier  problemática.  Nada, que la definición  saltó de la historia a la anatomía; de ahí a la filosofía, y por supuesto, a la gran arca de la sabiduría popular.

POLÉMICO JUICIO

A propósito del tema, les traigo la conclusión de un juicio llevado al  tribunal español que estudió la demanda de un paciente que sufrió una lesión en un pie. El accidentado, acudió al servicio de urgencias de un hospital, donde diagnosticaron daño del tendido muscular gemelar de la pierna izquierda, por lo que fue inmovilizado mediante escayola.

Tras el tiempo prescripto le fue retirado el yeso, pero al seguir con dolores y molestias, visitó a su médico un mes después, y  comprobaron la rotura del talón de Aquiles, por lo que fue sometido a una intervención quirúrgica.

Posteriormente, el paciente demandó al servicio de urgencias porque, a su juicio, un diagnóstico erróneo, sin pruebas objetivas, como radiografías, etcétera, lo había llevado a una terapéutica errada. Además, consideraba perjudicial la colocación de escayola,  por lo que debió haber sido intervenido quirúrgicamente desde un principio o, al menos, tratado ortopédicamente.

Finalmente, solicitaba una indemnización de 15 millones de pesetas por las secuelas físicas de movilidad y movimiento, y morales al tener graves problemas para desempeñar su trabajo. No obstante… el tribunal consideró que la “atención médica dispensada por el servicio de urgencias fue totalmente correcta, pues la exploración médica necesaria para establecer un diagnóstico de rotura de talón de Aquiles (al menos de la total) no exige radiografías, placas u otro tipo de pruebas o contrastes objetivos. Es perfectamente apreciable por el signo de hachazo  como denominan al resultado de una prueba médica internacional llamada maniobra de Thompson”.

Hasta ahí la noticia recogida en las páginas de salud de un periódico madrileño, pero… si usted analiza bien el caso, y sin una visión legal del asunto, verá que el pobre paciente, pudo razonar sobre el dictamen, que si era tan fácil detectar aún sin radiografías, la evidencia del signo de hachazo… ¿por qué entonces, falló con él la decisión médica inicial, y no lo intervinieron?… Pues ya ven ustedes, exactamente ahí, está el “Talón de Aquiles” de la denuncia.

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