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Consideraciones de José Martí acerca del optimismo

20 de diciembre de 2019

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Imágenes en el tiempo XI, 2001 Agustín Bejerano Técnica mixta sobre tela 93 x 85 cm Colección del artista

Imágenes en el tiempo XI, 2001. Agustín Bejerano. Técnica mixta sobre tela
93 x 85 cm.

 

José Martí aseguró que la felicidad existe sobre la tierra, y se le conquista con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo y la práctica constante de la generosidad.

Él  se caracterizó por ser un hombre optimista que luchó en forma tesonera por la felicidad no sólo a escala personal sino la de todo su pueblo.

En el empeño de dedicar su vida a la lucha por la independencia de Cuba   tuvo que encarar momentos de tristeza, caracterizados por la propia incomprensión  y/o  lejanía familiar.

No obstante Martí no se dejó abatir y con optimismo continuó desenvolviendo su vida, consciente que luchaba por el bien supremo de hacer feliz a muchos de sus compatriotas con la conquista de la liberación de su tierra natal del dominio colonial español y la creación de una república, que como expresara, tuviera como premisa con todos y para el bien de todos.

Igualmente él llegó a resaltar  que los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la libertad, como viven en el goce del aire y de la luz.

En diversas ocasiones Martí trató en sus trabajos periodísticos y otras obras acerca de conceptos medulares para el ser humano, tales como la felicidad, la utilidad de la virtud y la importancia de hacer el bien.

En un trabajo titulado “Maestros Ambulantes”, publicado en La América, en Nueva York, en mayo de 1884, Martí resaltó al respecto: “Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo y cuando han hecho algún bien”.

Y puntualizó seguidamente: “Sólo los necios hablan de desdicha, o los egoístas.”

A través de su corta pero fecunda vida Martí supo enfrentarse con optimismo y firmeza  primero al presidio y la realización de trabajo forzado, después su primera deportación a España, más adelante su segundo y prolongado alejamiento obligado de su tierra natal e incomprensiones  de diverso tipo.

Nada de ello pudo doblegar su espíritu de hombre generoso y optimista que proclamaría como un principio esencial esta frase igualmente reflejada en el trabajo titulado “Maestros Ambulantes”: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso.”

José Martí supo además encontrar la dicha, la felicidad y la motivación en la causa a la cual él se dedicara por entero.

Y logró hacer que otros hombres y mujeres encontraran igual motivación, dicha  y felicidad en el hecho de seguirlo decididamente en el empeño de reanudar la lucha por la independencia de Cuba.

Desde antes que publicara el trabajo que he hecho  referencia Martí había expuesto algo que después lograría hacer realidad cuando  con su optimismo y poder aglutinador alcanzó a entrelazar a viejos combatientes con jóvenes deseosos de continuar la gesta iniciada en 1868.

Martí pudo ver, en el fervor de muchos de los viejos y los nuevos combatientes, la materialización de lo patentizado por él en 1884, cuando escribió: “Es necesario hacer de cada hombre una antorcha.”

Sobre el modo adecuado de actuar de los seres humanos José Martí se refirió en diversos trabajos que publicó en diferentes etapas de su  existencia.

En un trabajo publicado en La América, en Nueva York, Estados Unidos, en julio de 1884, resaltó que la humanidad no se redime sino por determinada cantidad de sufrimientos, y cuando unos la esquivan, es preciso que otros la acumulen, para que así se salven todos.

También comentó acerca del significado de las distintas etapas vividas por los pueblos y señaló que éstas no se cuentan por sus épocas de sentimiento infructuoso, sino por sus instantes de rebelión.

Para Martí los hombres y mujeres que ceden no son los que hacen los pueblos, sino los que se rebelan.

Muy importante fue para Martí que los seres humanos tomaran conciencia y se dispusieran a colaborar en aras de lograr el desarrollo del mundo.

En el periódico Patria, el 19 de marzo de 1892 hizo, por ejemplo, el siguiente planteamiento: “La cobardía y la indiferencia no pueden ser nunca las leyes de la humanidad. Es necesario, para ser servido de todos, servir a todos.”

Martí resaltó lo necesario que resultaba de vez en cuando sacudir al mundo para que lo podrido cayese a tiempo.

Esto lo expuso en su sección “Cartas” en La Nación, de Buenos Aires, en la edición correspondiente al 13 de mayo de 1883.

También llegó a manifestar que urgía ver cómo es el mundo para no convertir en montes las hormigas.

Otra importante reflexión al respecto hizo en una de las ediciones de la Revista La Edad de Oro que concibió y escribió en 1889 de manera muy especial para los niños de América.

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