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¿Cómo desahogarnos en situaciones desagradables?

10 de mayo de 2013

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El Grito de Edvard Munch

Todos en la vida pasamos por momentos y circunstancias difíciles, y es cuando decimos: “Yo necesito desahogarme”, “Yo necesito sacar esta pena, este dolor, esta decepción que he sufrido en este preciso momento”. Cuando nos suceden estas cosas la sangre se nos acumula y toda esa confusión la sentimos en la cabeza, es cuando decimos en ocasiones: “Me privé de la cabeza”, “Se me confundió la cabeza”, “Se me puso mal la cabeza”, “Se me cerró la cabeza”, y tantas frases que intentan ilustrar lo que sentimos y es cuando surge la necesidad de eso que llamamos el desahogo.
Otras consecuencias en el orden físico que nos impone esa necesidad de desahogo, es que  las quijadas se aprietan, nos ponemos muy tensos, como queriendo morder algo que no está en la boca, las manos sudan y se comprimen en apretado puño, hay quienes entonces, los más explosivos, golpean una pared, una puerta o los que van más allá quizás hasta golpeen a alguien cercano que no tiene culpa de nada, queremos en ese momento golpear algo, destruir todo lo que tenemos cerca y no lo dude, hay quien hasta se golpea a sí mismo- ¿Cuántas veces no hemos dicho o escuchado la frase: “Me dieron ganas de entrarme a golpes”?.
Es la impotencia que se produce porque estoy enojado, por todo lo injusto de lo sucedido, es el enojo incontrolable y hasta la rabia que se siente, porque la inteligencia emocional se pierde, se hace ausente, no hay un segundo para razonar, lo sucedido es tan burdo que no se puede ignorar, dejar pasar.
La vida además de felicidad, ternuras, amor y paz interior, también nos puede brindar momentos de enojos, sobre todo aquellos que son provocados por traiciones, por calumnias, chismes, cuando somos víctima de esos abusos de autoridad, cuando la maldad impera, las malas intenciones, la hipocresía, esa maldita hipocresía que al final siempre nos devela una traición, la mentira imponiéndose por encima de la verdad y sobre todas las cosas, lo que más nos enoja, el móvil que llevó a estas situaciones, casi siempre en busca de ganancias secundarias, de mezquindades, de ese fatal arribismo a cuenta de lo que sea por la otra parte. Esto nos duele, porque aunque de momento no nos percatamos de ello, es difícil comprender y mucho más aceptar que existan personas que se incluyen dentro de la categoría de seres humanos, que sean capaces de traicionar con estos comportamientos, esa condición, la de seres humanos.
Cuando estas situaciones se producen, ya lo decíamos, se produce el enfado, la irritación, esa sensación de exasperación que nos enfurece, nos saca de nuestras formas y no nos permite un control adecuado de nuestras reacciones emocionales.
Muchas veces cuando hemos vivido de cerca estas situaciones, lo mismo por parte de nosotros que por personas cercanas, siempre surgen frases como: “Déjalo que se desahogue”, “Tenía que desahogarse”,  “Es lógico que haya reaccionado así”.
Por supuesto, no siempre las reacciones son de violencia y de sacar de adentro el enojo, hay quienes acuden a la bebida alcohólica, a un psicofármaco o los que más sufren estas situaciones, los que se encierran en sí mismos, no expresan y permiten que el enojo se instale de forma permanente, aunque ya de por si, el enojo no se va, se instala eufórico en nuestro interior y nos acompaña por el resto del día y en algunos casos por varios o en los peores, para siempre, convirtiéndose entonces el enojo en rencor.
Por supuesto, la situación  descrita, afecta directamente nuestra paz interior y por supuesto el equilibrio emocional necesario y por ende, nuestro comportamiento se afecta de forma muy considerable. Ahora bien, cuando esto sucede, es cuando comienza a proyectarse una dinámica absolutamente inadecuada de nuestro comportamiento, por ello, el desahogo es válido, es necesario hacerlo, pero siempre, dentro del descontrol emocional que se produce, intentar que se logre de la forma mas serena y adecuada, que responda siempre que sea posible a lo mas cercano de nuestra condición esencial, la de seres humanos. No quedarse con nada negativo dentro, pero sacarlo de forma civilizada, adecuada y humana.

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