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Comerse o no comerse el chocolate. He ahí el dilema

1 de agosto de 2014

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come torta bebeCuando a un niño de dos años le regalamos un caramelo, un chocolate o cualquier golosina, inmediatamente se lo come, sin tener en cuenta la prohibición materna de esperar hasta después de almorzar, y es por eso que a niños tan pequeños le escondemos esas golosinas hasta el momento en que creemos puedan comerla. Esta incapacidad de posponer la satisfacción inmediata, aún si se le ofrece una recompensa por la espera, ocurre porque a tan temprana edad no está formada una cualidad psicológica llamada jerarquía motivacional que consiste en ubicar en un orden de prioridades las situaciones de la vida, dando primacía a  las más importantes, lo que da paso a la capacidad de posponer la satisfacción inmediata de una necesidad, si con ello se logrará una meta más elevada. Sin embargo, esta jerarquía motivacional no se alcanza tarde en la vida, porque ese mismo niño cuando llega  a los cuatro años, ya debe tenerla formada y por eso debe ser capaz de esperar para comer su pastel de cumpleaños hasta que lleguen sus amigos y le canten las felicidades. Lo que pasa es que esto no viene por información genética, sino que es el resultado de la educación que se recibe desde pequeños, y como toda formación psicológica, se va complejizando con el transcurso de los años y se entrelaza con otras características de la personalidad, y si es buena o mala la imbricación y estabilidad, se exterioriza para beneficiar o perjudicar  la vida personal, laboral y cuanta actividad realizamos. ¿Nunca se han encontrado con adultos que no logran poner en un orden de prioridad adecuado sus metas, problemas o cualquier otra situación? Conozco una actriz que se vanagloriaba de ir a trabajar “por respeto al público” mientras que dejaba a un hijo ingresado grave en un hospital y uno se pregunta ¿Es la única actriz de mundo? Sin embargo seguro que es la única madre de ese niño. He ahí un asunto de prioridades, a mi entender mal resuelto. Así hay muchos ejemplos que ustedes deben conocer. Bueno ¿y a que viene todo esto, y donde están las emociones? Se preguntarán, pues tiene que ver en que se ha comprobado en investigaciones serias que los niños que más temprano aprenden a jerarquizar sus motivos, son en la adultez más emprendedores, responsables y sociables que los impulsivos -que se demoraron más en controlar las ganas de satisfacer los deseos inmediatos- y estos impulsivos tienden a desmoralizarse ante cualquier inconveniente y son menos exitosos en la vida. En el caso de los primeros, estas cualidades responden a atributos de la inteligencia emocional, porque ser emprendedores significa tener metas audaces y manejar las situaciones  que las rodean, por lo que el optimismo es una de las emociones que más los caracterizan, ser responsable significa tener compromisos y respetarlos, y la sociabilidad es una capacidad emocional producto de ser hábil o diestro en las relaciones interpersonales. Pero no son solo estas dos cualidades las que se benefician con la adecuada jerarquización, sino, como ustedes supondrán -si ya están en la madurez de la vida y han acumulado experiencia- es fundamental “saber poner las cosas en su lugar” y no ser un individuo que anda haciendo lo primero que tiene deseo, como es que si tiene ganas de dormir la mañana, ese día no va a trabajar, o si le gusta la mujer del amigo, la enamora, porque “esos son sus sentimientos y deseos” con lo cual, no dudo que tienen emociones personales muy buenas y de satisfacción inmediata, pero que acarrean emociones negativas y de rechazo a mediano plazo o incluso, inmediatamente después de satisfacer el deseo del momento. Y  es que en la vida se nos presentan  chocolates muy apetitosos que nos ponen ante un dilema, pero a veces lo podemos comer y otras veces lo dejamos para otra ocasión porque hay cosas más importantes y que nos dan más satisfacción.

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