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Ciencia y arte para dirigir

22 de junio de 2018

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Es costumbre referirse a la ciencia y al arte como entidades independientes, e incluso antagónicas, y la verdad es que nunca ha sido así, porque están muy ligadas y una no puede subsistir sin la otra. No es difícil entenderlo, y para demostrarlo me remontaré a épocas tan lejanas como la Italia de DaVinci, quien fue un genio donde convergían el arte y la ciencia y aplicaba los conocimientos de una en la otra, y si les pongo solo un ejemplo de ésto les digo que aplicó leyes de la física y la química al pintar sus maravillosos cuadros, tanto para combinar colores como para su perdurabilidad y su secado más rápido.

Me dirán que este ejemplo es una aplicación de la ciencia al arte, pero ¿y viceversa? ¿cómo se puede ver que el arte beneficie a la ciencia? No es difícil tampoco, porque hay una profesión que lo hace en todos y cada uno de sus productos y es la arquitectura, y tanto es así que hay países donde se estudia arquitectura en las universidades de artes y en otras -como en Cuba- que se enseña en universidades técnicas.

Ahora bien, si yo escribo sobre las emociones, sobre la inteligencia emocional, ustedes se preguntarán a que viene todo esto de la ciencia y el arte, pero enseguida les aclaro la incógnita; en la actividad de dirección, o sea, las personas que ocupan cargos directivos deben tener diferentes tipos de habilidades que son las técnicas, a las que se le ha otorgado un lugar prioritario pero que se ha demostrado que son solo cualidades umbrales, o sea que es lo mínimo que debe tener un directivo; tener conocimientos técnicos de la actividad que dirige. Sin embargo, y de manera muy importante debe poseer habilidades o destrezas humanas, comunicacionales, empáticas, de manejo de conflictos, de trabajar en equipo, de motivar a  los demás, de cohesión, en pocas palabras, competencias emocionales.

Dirigir es lograr metas, resultados a través del trabajo del colectivo o lo que es lo mismo, es una combinación de ciencia y arte, ya que los conocimientos científicos son el inicio, pero lograr un trabajo equilibrado, cohesionado, con buenos niveles de motivación, de intercambio en las diferentes tareas, eso es arte, porque dirigir es un arte. Y no todos pueden ser artistas en este tema de la dirección, y si bien es cierto que no se puede resumir en una sola competencia emocional el arte de dirigir, me aventuro a decir que la más importante y que se destaca por encima de las demás es el liderazgo, porque como se entiende claramente liderar es exponer visiones claras y convincentes que resulten  motivadoras para los colaboradores, logrando guiar su comportamiento hacia metas compartidas y aquí se incluyen de una forma u otra las habilidades técnicas y las comunicacionales, logrando un resultado combinado, por lo que se puede resumir que dirigir es un arte que se basa en la ciencia.

Tengo una imagen sobre el arte de la dirección y es la de un director de una orquesta sinfónica, que tiene tantos y diversos instrumentos y donde ese hombre o mujer es capaz de escuchar cada sonido, dar entrada a cada instrumento, bajar, subir el tono, detener, solo con sus manos y su cuerpo, sin una palabra, claro que para lograr que esa música nos llegue como una maravilla que nos emociona, hubo mucho y muy arduo trabajo anterior, ensayos, errores a superar, entrenar, volver a comenzar una y otra vez, y eso es lo que tiene que hacer un directivo; lograr que su equipo haga una obra artística de cada tarea, donde todos tienen muy bien definida su labor, logrando de esta forma una creación científica con acordes sinfónicos.

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