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Christopher Lee, un actor para todos los monstruos

13 de mayo de 2022

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Conmemorar el centenario del nacimiento del gran actor Christopher Lee, ha provocado celebraciones en todo el mundo. La Cinemateca de Cuba ha programado en la Sala Charlot (del cine Charles Chaplin), «Christopher Lee: el mejor Drácula», un ciclo como tributo al intérprete de toda una galería de criaturas monstruosas. Remontémonos a los orígenes de su más célebre personaje dentro y fuera de la pantalla.

Drácula (1897), precursora novela del irlandés Abraham Stoker (1847-1912), fue la plasmación literaria definitiva y la popularización del viejo y complejo tema del vampiro. Jonathan Harper  se convierte en huésped (y víctima) en el castillo del temible conde Drácula en el corazón de los Cárpatos, en el primer diario personal que estructura este libro inspirador del realizador alemán Friedrich W. Murnau en su célebre Nosferatu (Nosferatu: Eine Symphonie Des Grauens, 1921). El danés Carl Theodor Dreyer para Vampiro: el sueño de Allan Grey (Vampyr-Des traum des Allan Grey, 1932), tomó los relatos Carmilla y La posada del Dragón Volante, de Sheridan Le Fanu, fuentes nutricias de Stoker. Estos aclamados clásicos no contribuyeron a divulgar el mito con tanta eficacia como un filme norteamericano (estéticamente inferior): Drácula (1931), de Tod Browning (1882-1962), pionero en su género.

En estos albores del cine sonoro, George Melford (1877-1961) filmó a la vez, de noche, en los mismos decorados de la Universal Pictures una de las innumerables versiones para países hispanoparlantes de cintas estadounidenses. El asturiano Baltasar Fernández Cué firmó los diálogos en español. El vampiro del cordobés Carlos Villarías provocaba más conmiseración que pavor, y el madrileño Pablo Álvarez Rubio personificó a Renfield en el reparto multinacional. La víctima femenina —llamada aquí Eva y no Mina— aparecía más provocativamente que en el original en inglés, para algunos, inferior en muchos aspectos al de Melford, dotado de una misteriosa atmósfera, tal vez por el influjo de la luz lunar.

Consagrado por Browning, el húngaro Bela Lugosi (1882-1956) vistió en cuatro ocasiones los hábitos del vampiro transilvano, su preferido en una larga carrera con más de cien películas. Para caracterizar con más convicción sus tenebrosos personajes, empezó a administrarse drogas, lo que no tardaría en desquiciar su sistema nervioso. En el actor se operó un fenómeno de identificación tal que llegó a creerse realmente un licántropo. Cuentan que exigía los rodajes nocturnos para evitar exponerse al sol. La prensa sensacionalista publicó al fallecer en Los Ángeles el 16 de agosto de 1956 que en la clínica, un gigantesco murciélago revoloteó sobre su cadáver.

Dos años después, en lucha desesperada contra la competencia de la entonces naciente televisión, la compañía británica Hammer Film Productions compró a la Universal los derechos para “resucitar” en Inglaterra a los viejos monstruos, cimentadores de la producción de esa compañía. Urgía embestir la arrolladora irrupción de la pequeña pantalla en los hogares, con el consiguiente alejamiento del público de las salas. Los aspectos psicopatológicos del vampirismo no habían sido tan expuestos en el cine hasta ahora, con el ingrediente sexual y la eficaz introducción del color para crear atmósferas, acentuar los momentos de horror y el rojo dramatismo de la sangre.

A fines de los 50 y principios de los prodigiosos 60 eran tiempos de relajación de la censura. La aún nada mítica Hammer desempeñaría un papel decisivo en la evolución del género fantástico. El director británico Terence Fisher (1904-1980), revitalizador de estos “cuentos de hadas para adultos”, encabezó un equipo técnico casi habitual junto a los actores Peter Cushing (1913-1994) y Christopher Lee. A este núcleo fundacional de la firma “dispuesta a entregarse al terror de forma exclusiva” —según el ensayista David Pirie— corresponden los filmes La maldición de Frankenstein (1957), La revancha de Frankenstein (1958), La momia (1959), y, sobre todo, Drácula (1958).

Por obra de Fisher luego continuada por otros directores, el conde Drácula a cargo de Christopher Lee es un personaje muy distante al recreado por Lugosi. En los títulos que presenta este ciclo de la Cinemateca de Cuca, deviene un seductor de gran categoría, una genuina encarnación del deseo, que difunde sus encantos satánicos en un suntuoso entorno gótico. Nacido el 27 de mayo de 1922, a sus 36 años Lee solo había interpretado papeles menos relevantes, hasta esta oportunidad excepcional que no desaprovechó, tras metamorfosearse en la criatura modelada por el Frankenstein de Mary Shelley. El Drácula de Christopher Lee, «símbolo de potencia sexual, de impulsos repentinos y animalescos», es quizás menos humanizado pero cada «interioridad psicológica está sustituida por la inexorabilidad y la ferocidad del instinto», en opinión de Renato Venturelli, uno de los estudiosos del ritual vampírico en el séptimo arte.

Este impacto incidió en un inmediato contrato para personificar al Barón Roderico da Frankurten en la sátira italiana Agárrame ese vampiro (Tempi duri per i vampiro, 1959), realizada por Steno. Luego de dirigirlo también en 1959 en El perro de Baskerville (The Hound of the Baskervilles) y La momia—, Fisher prescindió de él en Las novias de Drácula (The Brides of Drácula, 1960) y limitó su presencia a cinco secuencias en las que no habla en Drácula, príncipe de las tinieblas (Dracula, Prince of Darkness, 1965). Es certera esta definición del crítico español Jordi Bernal sobre Christopher Lee metamorfoseado en el monstruo fabricado por Frankenstein, Drácula o la momia:

«A Lee le hubiera gustado ser un intérprete shakesperiano. Un buen recitador de Shakespeare y no un encas(t)illado bebedor de sangre (por muy noble que fuera) con escasas líneas de guion. Típica ambición de británico ilustrado. Con los años llegó a domesticar los sueños artísticos con un pragmatismo profesional que no le impidió mantener un touch de distinción aun en las situaciones más desaforadas y cómicas».

El ciclo conmemorativo de los cien años de Christopher Lee está programado  desde el miércoles 18 de mayo y hasta el domingo 29, en funciones de 2: 30 y 5:00 p.m.

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