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Catedrales del fútbol

28 de junio de 2013

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El estadio de fútbol más famoso en Inglaterra es Wembley. Durante casi ocho décadas, este símbolo de Londres acogió a los principales eventos deportivos desarrollados en la capital británica; pero sus propietarios decidieron, a comienzos del siglo XXI, que había quedado obsoleto, porque los fanáticos y directivos del fútbol exigían más confort. La solución fue demolerlo y construir un “nuevo Wembley”.
Wembley recibió su primer partido oficial en 1923 y llegó a ser tan famoso que Pelé lo catalogó como “Catedral del fútbol”. En ese terreno jugaron los principales futbolistas del mundo y la selección nacional inglesa lo adoptó como su sede.
Probablemente el encuentro más recordado en Wembley, al menos por los ingleses, haya sido la final de la Copa Mundial, efectuada el 30 de julio de 1966. Inglaterra y Alemania disputaron la Copa Jules Rimet y, en un polémico desafío, los locales triunfaron 4 goles por 2, en tiempo extra. Este ha sido el único título mundial ganado por los ingleses.
En 2002, el estadio fue derrumbado y, en el mismo lugar, comenzó la construcción de una “versión actualizada” de la instalación, llamada ahora “Nuevo Wembley”. Después de cinco años, en los que hubo no pocos retrasos, quedó inaugurado el moderno recinto, con capacidad para 90 mil personas, a un costo exorbitante que superó los mil millones de euros. En su primera década de existencia, la instalación ha servido como sede a disímiles eventos, entre los que sobresale la final de la Liga de Campeones de la UEFA, en 2011, ganada por el Barcelona.
Además, en agosto de 2012, el estadio acogió la discusión de la medalla de oro del fútbol en los Juegos Olímpicos de Londres, entre México y Brasil. Los sudamericanos, con Neymar como gran estrella, eran los favoritos; sin embargo, cayeron 2 por 1 ante México; mientras, entre las chicas, las estadounidenses fueron mejores que las japonesas.
Italia también tiene “Catedrales del fútbol”, desde el Olímpico de Roma hasta el de Turín; pero, probablemente, el más reconocido de todos sea el “Giuseppe Meazza”, en Milán.
La instalación se encuentra en el barrio San Siro y esto ha provocado que no pocos continúen llamando al recinto de esa manera; aunque su nombre oficial, desde 1980, es “Giuseppe Meazza”, en honor al bicampeón del mundo con Italia, que también militó en el Inter y el Milán, los dos archirrivales de la ciudad.
El Milán A.C jugó desde 1926 en San Siro y el Inter empezó a utilizar el recinto en 1947. El “Giuseppe Meazza” está considerado como uno de los 23 estadios elite de la UEFA y puede recibir a más de 80 mil espectadores. Italia ha organizado en dos ocasiones la Copa Mundial y, en ambas ediciones, San Siro ha sido sede. En 1934 hubo tres desafíos, entre ellos la semifinal, donde Italia derrotó a Austria y logró incluirse en su primera final.
Luego, en 1990, acogió al partido inaugural de la Copa Mundial y el resultado del duelo realmente fue sorpresivo, porque el entonces campeón, Argentina, liderada por Diego Armando Maradona, perdió por la mínima ante Camerún.
Los alemanes de seguro guardaron un grato recuerdo de San Siro, porque allí  efectuaron cinco de sus siete encuentros en 1990 y obtuvieron cuatro triunfos y un empate. En el equipo germano jugaban tres estrellas que, por esa fecha, militaban en el Inter de Milán. Ellos eran Andreas Brehme, Lothar Matthäus y Jürgen Klinsmann, por tanto, resultaba comprensible que los fanáticos de Milán, desde las gradas del “Giuseppe Meazza”, apoyaran casi siempre a los teutones.
El recorrido por algunas de las “Catedrales del fútbol” en Europa culmina en Alemania. En 1972, Múnich, la capital del estado de Baviera, organizó la cita estival y para esto los organizadores construyeron, lógicamente, un estadio olímpico.
Después de los Juegos, esa instalación se convirtió en la sede del club Bayern de Múnich; además, también acogió a la Copa Mundial de 1974. Aquel certamen marcó al fútbol alemán, porque el equipo, comandado por Franz Beckenbauer, alcanzó el título, al vencer en la gran final, jugada en el Olímpico de Múnich, a la selección que era la gran favorita: la “Naranja Mecánica” holandesa.
Desde 1972 hasta 2005, el Bayern de Múnich, sin dudas el club germano más exitoso de la historia, jugó en el Olímpico de Múnich; pero, al igual que sucedió con Wembley, en Inglaterra, los directivos del Bayern querían una instalación más moderna, así que pagaron una elevadísima suma por la Allianz Arena, que abrió sus puertas en 2005.
Un año más tarde, este estadio recibió a seis partidos de la Copa Mundial, en la que los teutones esperaban, al menos, disputar el título; pero cayeron frente a los italianos en uno de los encuentros semifinales; mientras, en el otro, celebrado en la Allianz Arena, de Múnich, los franceses vencieron por la mínima a Portugal, con gol de penal marcado por Zinedine Zidane. Luego, en el estadio Olímpico de Berlín, la Italia dirigida por Marcello Lippi tuvo más puntería en la tanda de penales que los galos y conquistó su cuarta corona mundial.

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