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Casa de Habana Nº 60 entre Cuarteles y Peña Pobre II

21 de junio de 2013

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Entre 1795 y 1798 los asientos de la Antigua Anotaduría de Hipotecas se refieren a una casa con igual descripción, aunque se deduce, por estos documentos, que desde fecha tan temprana como 1801, comienza una segregación de sus espacios debido a la venta fragmentada de los mismos, como accesorias independientes, accesorias con porciones de terrenos o cuartos interiores, todos habitados o utilizados por diferentes personas. Don Manuel Antonio López Gamba era entonces su dueño y la vendió con pacto de retro a Don José Pérez, en 1809, y luego a Don Juan Manuel Díaz de Villegas. Este señor, en 1839, como se expresa en el Registro de la Propiedad, vendió, “una casa de alto y bajo en la calle de La Habana al número 217, en precio de 21 000 pesos”, a Don Guillermo Lobé, quien, en 1864, la traspasa a Don Sebastián Ignacio de Laza por título de remate. Se induce de ese modo, que en la primera mitad del siglo XIX, la casa se transformó en una vivienda de dos niveles y adoptó la imagen de la arquitectura neoclásica que comenzaba a imponer sus códigos por esa época.
Al igual que la mayoría de sus propietarios, Don Miguel Sandoval y Laza, hizo sólo uso de las rentas que le proporcionaba este edificio, pues vivía, a la sazón, en la casa calle Cuba número 4, famosa en el siglo XX por la ubicación en ella del Bar Lucero. En 1888, dos años después de haber heredado el inmueble, lo vende  a Doña Rafaela Camila Álvarez  y Muro, por el precio de 10 000 pesos en oro. Dicha señora falleció, y en 1919 inscriben la casa sus herederos Doña Hortensia y Don Gustavo Sterling y Álvarez, quienes hasta 1958 constan como sus propietarios.
En ese año así figuraba en los asientos del Registro…: “Casa de dos cuerpos, mampostería y azotea, marcada con el número 60, antes 38. Ocupa un terreno irregular formado por cuatro cuadriláteros yuxtapuestos en forma tal que el costado derecho saliendo, de todos ellos es una línea continua que tiene una longitud total de 45 m, 20 cm: el primero de dichos cuadriláteros mide 9 m, 54 cm de frente, 10 m, 77 cm de frente de fondo, 8 m por su costado izquierdo e igual medida por su costado derecho; el segundo cuadrilátero mide 10 m, 77 cm de frente, 11 m, 90 cm de frente de fondo, 17 m, 25 cm por el costado izquierdo y 16 m, 80 cm por el costado derecho; el tercer cuadrilátero mide 12 m de frente, 11 m, 78 cm de frente de fondo, 5 m, 80 cm por el costado izquierdo y 5m, 80 cm por el costado izquierdo y 5m, 25 cm por el costado derecho; y el cuarto y último cuadrilátero mide 10 m, 80 cm de frente de fondo, 17 m por el costado izquierdo y 15 m, 10 cm por el costado derecho, todas cuyas lineales hacen una superficie total de 493 m, 60 dcm cuadrados: le corresponden los arrimos o mitad de las paredes que la separan de las casas colindantes en cuanto están ocupadas y por entero la parte que no está: goza la finca de pluma de agua redimida.”
En esta descripción de los años cincuenta, se hace reflejar que en la nueva medida del terreno de este inmueble se observa que su superficie es inferior en 37 m 90 dcm cuadrados a la señalada en la primera inscripción, y que la diferencia puede estar originada por haberse destruido el área que ocupaban dos habitaciones o departamentos que originalmente  formaban parte de esta finca, por esa razón se hizo un nuevo replanteo y se actualizó la descripción. Ello nos habla de que el inmueble ya en esos años se encontraba deteriorado.
En el propio 1958, sus propietarios aportaron el inmueble a la Sociedad Anónima “Compañía Inmobiliaria Lumari, S.A”, en pago de 190 acciones, de a 100 pesos valor nominal cada una, de las que constituían el capital social de la referida entidad. En manos de esta empresa llegó hasta 1959, utilizada como vivienda por múltiples familias. Con ese uso se mantiene en la actualidad, en un avanzado estado de deterioro.

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