ribbon

Carpentier en la radio (III)

11 de febrero de 2020

|

 

e10b7b9f6c62eabe8ff00eae1f0a3af4_M

 

Continúo hoy incursionando en la conferencia de Alejo Carpentier dedicada al gran músico cubano Amadeo Roldan, y transmitida por Radio Habana Cuba en los años 60 de la pasada centuria.

Al referirse a la presencia de Amadeo Roldan en la Orquesta Filarmónica de la Habana, donde ocupaba la plaza de violín concertino y director suplente de dicha agrupación sinfónica, destaca que en 1924 estrenó su “Obertura sobre temas cubanos”, y aunque no la considera una obra enteramente lograda, se detiene en un pasaje confiado a la percusión sola, algo insólito entonces. Sobre ello expresa:

“El estreno /…/ en el Teatro Nacional de La Habana, fue para la gente de mi generación como una pequeña batalla de Hernani; era la afirmación de ciertos principios, la afirmación de una cierta estética; y hay que decir que la obra, además, desconcertó profundamente, en aquel momento, a los músicos tradicionales /…/ Un año después, estrenará Amadeo Roldán sus “Tres pequeños poemas para orquesta”, que incluye, en su final, una  fiesta negra, que es otra declaración de principios, es decir: trabajar dentro de las dimensiones sinfónicas con elementos sacados directamente de un tipo de folclore que era profundamente menospreciado en aquel momento, que era el folclor cubano”.

Carpentier no exagera en lo que dice, pues el público de entonces, acostumbrado a sonoridades clásicas europeas, no aceptaba ni siquiera la música impresionista. Algo similar había ocurrido con el estreno de “La consagración de la primavera”, de Igor Stravinsky, obra solicitada por Sergio Diaghilev, y cuyo estreno, en 1913,  provocó un gran escándalo, pero no lo desanimó, ya que poco tiempo después encargó a Manuel de Falla, la partitura del conocidísimo ballet “El sombrero de tres picos”. Y en el caso de Roldán, tampoco lo desanimaron las actitudes hostiles frente a su música, pues fue el primero en incluir los tambores batá en una obra sinfónica. Y precisamente a él, el propio Diachilev le encargó: “La rebambaramba” y “El milagro de Anaquillé” con libreto del propio Carpentier, quien dijo en aquella conferencia:

“En esos dos ballets quisimos establecer una síntesis de ritmos nuevos de bailar y estilos afrocubanos, estilizados y llevados a un plano coreográfico y sinfónico, en cierto modo superior.Debo aclarar que el título: “La rebambaramba” significa en dialecto popular afrocubano, una fiesta, un movimiento, es decir: una especie de holgorio, de mucho alboroto”

Al final de  cada una de estas conferencias, siempre el autor escogía alguna de las obras mencionadas para que fuera escuchada, ofreciendo antes, una breve explicación del contenido.  En ésta, la obra escogida fue “La Rebambaramba”, de la cual expresó:

“La idea de “La Rebambaramba”, como ballet, es la siguiente: allá por los primeros años del siglo XIX, hubo en Cuba un dibujante extranjero llamado Miahle, que se aplicó a fijar en distintas composiciones, aspectos de la vida cotidiana de aquellos días. Uno de los aspectos de la vida popular de aquellos días era la Fiesta del Día de Reyes, en que los esclavos tenían derecho a salir a la calle y bailar sus danzas, de acuerdo con las tradiciones de su nación. /…/ Sobre ese dibujo de Miahle, que se ha vuelto clásico en la plástica cubana, compusimos ese ballet sobre una acción muy simple, historia de un cautivo que escapa a la vigilancia de las tropas españolas, y cuando es perseguido por la Guardia Civil, se pierde en el mundo de las comparsas y de bailadores, que han ido a pedir en la Plaza de San Francisco el aguinaldo al Capitán General de España. Termina este ballet, colectivamente, por varias comparsas: lucumí, la Comparsa de la Culebra –de la que existe un paralelo en Brasil– y una comparsa ñáñiga”.

En otra ocasión, retomaré alguna de las conferencias de Alejo Carpentier referida a la música y transmitida por Radio Habana Cuba, en la década de los años 60 del siglo pasado.

Galería de Imágenes

Comentarios