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Carpentier en la radio (II)

4 de febrero de 2020

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Tal como prometí en mi comentario anterior, hoy continúo refiriéndome a las conferencias relacionadas con la música, que ofreció el autor de “El siglo de las luces” a través de Radio Habana Cuba, allá por los años 60 de la pasada centuria. En este caso, veamos lo que expresó sobre Amadeo Roldán.

“Criollo de pura cepa, nace sin embargo en París, por circunstancias fortuitas, en el sentido de que su familia se encontraba en aquel momento en Francia, en el año 1900. Ingresó en el Conservatorio de Madrid a la edad de cinco años; a los 15 obtiene un Primer Gran Premio de Violín y el Premio Extraordinario que lleva el nombre de Sarasate. /…/ y regresa a Cuba en el año 1919. Por lo tanto, a la edad de diecinueve años actuaba profesionalmente como músico de cines, cabarets o lugares elegantes, como era en aquella época el Hotel Inglaterra de La Habana. Durante mucho tiempo, recuerdo que en un cine que se tenía por el cine de moda, por el  cine “de sociedad” en Cuba, que era el cine Fausto de La Habana, Amadeo Roldán dirigía un pequeño conjunto musical y, a menudo, era interesante ir a ver  las películas mediocres que allí se proyectaban, porque la música ejecutada bajo la dirección de Amadeo Roldán era de una calidad maravillosa”

A través de lo expresado hasta aquí por Carpentier sobre Amadeo Roldán, si el lector no conoce mucho de este gran músico cubano, se habrá dado cuenta que cuando llegó a nuestro país tenía una sólida formación académica y numerosos premios importantes por su excelencia. Sin embargo, en vez de ofrecer recitales y conciertos en teatros o salas dedicadas a estos fines, tenía que ganarse la vida  tocando en cines, cabarets o lugares “elegantes”, lo que también hicieron otros músicos importantes de entonces. Pero veamos lo que dice Carpentier más adelante.

“…éramos unos pocos los que íbamos al cine Fausto por las noches a escuchar esos verdaderos conciertos que se nos daba por la pequeña orquesta ahí reunida bajo la dirección de Amadeo Roldán que, a veces, ejecutaba la parte del primer violín”.

¿Y sabe usted qué obras  se podían escuchar allí? Pues nada menos que de autores como: Ravel, Debussy, y hasta Stravinsky, porque Roldán era un seguidor de las tendencias europeas de entonces. Y sobre esto, expresó Carpentier en esa conferencia transmitida por Radio Habana Cuba:

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“Amadeo Roldán, en la primera etapa de su vida –me refiero a su vida de creador- pone música a unos poemas de Verlaine, escribe unas composiciones destinadas a ser cantadas en francés, obras que va a abandonar después, en favor de una tendencia nueva que se va reafirmando en él, y que es comparable a la que se manifiesta en la carrera del gran pintor cubano Wifredo Lam, quien a partir de un momento siente surgir en él, brotar en él, lo que podemos llamar las fuerzas telúricas de su patria y de América en general.”

“El primer empeño ambicioso de Amadeo Roldán es una ópera en tres actos, basada en una leyenda gaélica; se titula Dirdre. /…/ recuerdo que la parte técnica me impresionó extraordinariamente, puesto que estaba a la altura del trabajo técnico que hubiera podido realizar con semejante tema, cualquier compositor europeo”.

El espacio no da para más, pero creo que en mi próximo comentario debo continuar refiriéndome al criterio de Carpentier sobre Amado Roldán, no sólo porque fue un importante músico cubano de la primera mitad del pasado siglo, sino porque nuestro gran escritor aporta informaciones muy poco conocidas sobre él.

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