Calle Oficios y Teniente Rey. Plaza de San Francisco

9 de septiembre de 2019

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Zenaida Iglesias Sánchez

Convento de San Francisco de Asís. Claustro Sur

 

 

Hacia 1591 finalizaron las obras de la primera construcción religiosa que sirvió de morada a los padres franciscanos, aunque la iglesia y su convento anexo se reconstruyeron entre los años 1719-1738 con la imagen que llega a nuestros días. La iglesia tenía cúpula sobre el crucero, que perdió en el huracán de 1846. El convento tenía dos claustros, el Norte y el Sur.

 

 

Precisamente, el claustro Sur del convento de San Francisco de Asís fue recientemente rehabilitado, algunos años se extendieron los trabajos llevados a cabo por especialistas de la Oficina del Historiador para devolverle su hermosura, ahora destacan las huellas de las excavaciones arqueológicas junto a los canteros que portan la jardinería en torno a la fuente que caracterizó el recinto. Esta vez, proyectado para un conservatorio experimental, con aulas y alojamiento para alumnos y profesores en la planta superior. Hacia el exterior, este claustro muestra la portada del convento frente a la calle Teniente Rey, que destaca a distancia por su hermosura.

 

 

Un amplio complejo cultural acoge el magnífico conjunto dieciochesco, abarcando un museo de arte sacro, sala de exposiciones transitorias y espaciosos salones para la celebración de eventos internacionales, mientras que la otrora capilla de la Orden Tercera anexa al edificio hacia el sur, funciona como sala de teatro infantil y la basílica como sala de conciertos.

 

 

El convento fue cerrado al culto en 1841 con la exclaustración de esta orden religiosa. Desde entonces y durante el siglo XX desempeñó distintas funciones de carácter civil. En 1990 comenzaron los trabajos de restauración por la Oficina del Historiador de la ciudad, después de haberse vaciado el edificio. Dos años más tarde (1992) en acto efectuado en el propio claustro Sur, se fundó la Escuela Taller de La Habana “Gaspar Melchor de Jovellanos”, desde allí profesores y alumnos, con obreros de la construcción y especialistas de la Oficina del Historiador, llevaron a cabo progresivamente la restauración del emblemático edificio; una vez finalizados los trabajos la escuela se trasladó a una nueva sede para acoger el convento su nueva función. Desde entonces mantiene una activa vida cultural que engrandece su historia en el devenir del tiempo.