Calle Luz

2 de septiembre de 2019

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Zenaida Iglesias Sánchez

Centro Histórico la Habana Vieja.

 

 

Se extiende desde el Muelle de Luz, en un largo recorrido hasta la plazuela de las Madres Ursulinas, en la calle Egido; corre de Este a Oeste a través de la trama urbana de la antigua ciudad. Por su proximidad al muelle, sus vecinos han sido fieles testigos del tráfico comercial en esta zona a través del tiempo y del continuo trasiego entre la ciudad antigua y los ultramarinos pueblos de Casablanca y Regla. Enfrentada a la calle, se abre la plazuela del mismo nombre con trazado irregular, donde antaño se levantó la mansión del Regidor don José Cipriano de la Luz, su apellido aportó denominación a la transitada vía ubicada al sur de la ciudad; en la antigua casona –desaparecida– nació en el año 1800 don José de la Luz y Caballero, el maestro de maestros como se le conoció.

 

 

El mismo inmueble, se convirtió en hotel Luz hacia 1845. Si tenemos en cuenta aquellas personalidades que establecieron su morada en esta calle, puede afirmarse que acogió a nobles vecinos, tal es el caso del distinguido conde de Casa Barreto en la esquina de Luz y Oficios, durante el siglo XVIII.

 

 

La calle se llamó también del Correo y del Molinillo, por el que fue propiedad de don Antonio de la Luz, que se accionaba por el agua de un ramal de la Zanja Real –primer acueducto de la ciudad– que bajaba por la calle Luz, como nos cuenta el historiador Santalices en su obra Calles de la Habana.

 

 

Como ha ocurrido con todas las calles de la ciudad, según sus tramos fue nombrada popularmente por sus vecinos si algún acontecimiento distinguía alguna esquina, familia o suceso meritorio; por ejemplo, se habla de un árbol de cocotero que existió en la esquina con la de Habana y que sirvió de referencia y orientación durante el siglo XIX; y de la esquina de “la niña del talle bajo” o “la del manco”, podemos imaginar por qué.

 

 

La calle Luz aguarda por los trabajos de reanimación que viene desarrollando la Oficina del Historiador durante décadas. Aun así, recorrerla permite al visitante, entrar en contacto con sus moradores y bajar desde la antigua plazuela de las Madres Ursulinas en busca del mar, en la referida plazuela de Luz, donde se ensancha y se hace más luminosa.