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Bicentenario de las piedras del rayo

17 de julio de 2023

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Hace dos siglos, un profesor de apellido Hagen comunicó a la redacción de la revista “Annalen der Physik”, el hallazgo de una piedra tubular formada por un rayo. Su comunicación está fechada el 17 de julio de 1823, y en ella refería que cuatro días antes había ocurrido una tormenta eléctrica en la ciudad de Rauschen, cerca del mar Báltico.
Hagen narró que durante la tempestad un abedul fue impactado por una de las descargas, y incendió. Los vecinos que acudieron al lugar vieron al pie del árbol dos agujeros estrechos y profundos, uno de los cuales estaba caliente aún, a pesar de la lluvia. Entonces avisaron al profesor y juntos excavaron el hoyo. Bajo la tierra apareció una roca fina y frágil, que pudieron extraer en “pequeños fragmentos de un reluciente color gris perla, salpicados de puntos negros en toda su extensión”.
Hagen comprendió lo sucedido, y elaboró el reporte esclareciendo lo que ya se sospechaba: las fulguritas eran rocas metamórficas de origen ceráunico, asociadas a la “vitrificación de la electricidad” en “tubos fulminares”. Hoy se conoce cómo se originan las fulguritas, cuando una descarga eléctrica impacta sobre suelo arenoso, funde el silicato y el cuarzo, y conforma una nueva piedra más o menos recta, o a veces ramificada y hueca. A pesar de todo, dicho fenómeno no es frecuente.
Muchos años después de aquella tormenta, el meteorólogo francés Théophile Moreux rememoró el hecho acaecido hace ahora 200 años, y señaló acertadamente: “desde entonces no hubo persona que dudara del origen de las fulguritas”.

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