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Benito Viñes

6 de abril de 2022

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En una época en que no existía ni la radio ni la televisión, y en que cuando la prensa de la mañana anunciaba la proximidad de un ciclón cundía el pánico, llegó a Cuba un sacerdote jesuita español nombrado Benito J. Viñes Martorell, cuya dedicación al estudio de estos fenómenos se recuerda con agradecimiento.

Viñes nació en 1837 en la provincia española de Tarragona y cuando llegó a Cuba en 1870 aún no había cumplido los 33 años. En España y en Francia hizo estudios de Meteorología, era muy entendido en Matemáticas y las preocupaciones científicas destacaron desde temprano en su carácter.

Algunos meses después de su arribo, en octubre de 1870, azotó a la Isla, y en especial a la provincia de Matanzas, un huracán que dejó centenares de muertos y espoleó el espíritu indagador del padre Viñes. Pondría todo su empeño en que tales tragedias humanas no sucedieran en adelante.

Fue asignado al Colegio de Belén, en La Habana, de cuyo observatorio hizo su casa de estudios. El clérigo buscaba la información meteorológica por cuanto medio hallaba a su alcance, fuera ya por la vía telegráfica, por los capitanes de los barcos que atracaban o mediante la observación y comparación de los datos acopiados. De tal manera elaboró curvas con la probable circulación y recorrido de los fenómenos e hizo de la predicción una disciplina con basamento científico.

El padre Viñes alcanzó reconocimientos y premios en congresos celebrados en Filadelfia, Bruselas, París, Barcelona. Se le consideró una autoridad en la predicción y estudio de los huracanes. En septiembre de 1875 redactó el primer aviso de ciclón tropical documentado en la historia de la meteorología. Por muchas razones, mereció el cariño de sus conciudadanos, entre quienes su nombre se pronunciaba con respeto y veneración.

Es el padre de la Meteorología en Cuba. A ella dedicó los más de veinte años que vivió en el país, hasta su fallecimiento en el Colegio de Belén el 23 de julio de 1893, a los 56 años.

A Viñes se le eligió socio de mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, en 1873 adquirió el meteorógrafo del padre Secchi, un instrumento multipropósito que daba más calidad y amplitud a las observaciones meteorológica, y con ello lograba una mayor exactitud. Dejó varias obras, la más importante, la titulada Apuntes relativos a los huracanes de las Antillas, que concluyó horas antes de morir. Fundador de una tradición meteorológica que sobrepasa el siglo de existencia, Benito Viñes Martorell es uno de esos hombres cuya memoria y nombre los cubanos tienen razones para recordar.

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