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Barbara Dane

1 de abril de 2016

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Durante los meses de agosto y septiembre de 1966, que fue denominado en Cuba Año de la Solidaridad, visitó por vez primera el país Barbara Dane, la cantante norteamericana de blues.
La estancia de Bárbara resultó memorable por cuanto fue ella la primera artista norteamericana que, pasando por alto las restricciones impuestas por el Departamento de Estado de su país en cuanto a visitas de ciudadanos estadounidenses, decidió –aun con gran riesgo para su futuro artístico– cantar para los cubanos.
Nacida en Arkansas, en 1927, y proveniente de una familia protestante, Bárbara vivió buena parte de su infancia en Detroit. “Un día muy caluroso –recordaría ella– siendo yo una niña, mi papá me abofeteó porque le había vendido una Coca Cola a un negro que estaba picando la calle. En aquel tiempo en el sur de los Estados Unidos los blancos no tenían contacto con los negros”.
Por los años 50 se le conocía ya como la cantante blanca de blues, que era el título de un filme dedicado a su vida. Trabajó junto al célebre Louis Armstrong, quien la felicitó por su formidable fraseo de los blues. Bárbara se codeó con las estrellas de la canción norteamericana, pero al mismo tiempo desarrollaba un intenso rechazo a toda manifestación de discriminación y sus nexos con otros artistas y escritores de preocupaciones sociales llamaron prontamente la atención del FBI.

 

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En un almuerzo en La Habana durante el I Encuentro de la Canción Protesta

 
Así pues, Bárbara decidió cantar para los cubanos y lo hizo. Dio varios conciertos que llenaron las salas, la prensa a diario hablaba de su recorrido por el país. Sostuvo también un encuentro con Fidel Castro, quien conocedor de los problemas que pudiera enfrentar al regreso de su visita, le preguntó si podía hacer algo por ella. Fue entonces cuando la artista pensó que su hijo mayor podía estudiar en Cuba, con lo que se evitaría ir a combatir a Vietnam, como sucedía con gran parte de la juventud norteamericana.
Aquel muchacho que estudió guitarra becado en la Escuela Nacional de Arte, se vinculó al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y pasó por el grupo Síntesis, es Pablo Menéndez, no otro que el director del popular grupo Mezcla.

 

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Bárbara junto a sus hijos Pablo y Nina Menéndez

 
Las visitas de Bárbara a Cuba han sido de entonces acá unas cuantas, pero siempre han constituido un motivo de júbilo por el afecto que el público siente por la artista. La voz de la otra América, la llamó el periódico italiano L‘Unita y la definición resulta muy acertada, pues Bárbara Dane representa la solidaridad, el respeto y la sincera buena voluntad que siempre han existido entre el pueblo norteamericano y el cubano.

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