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Babe Ruth en la Habana (I)

19 de marzo de 2024

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Pese a que Babe Ruth ha sido uno de los más grandes peloteros de la historia del béisbol de las Grandes Ligas estadounidenses, lo cierto es que en 1920 defraudó a la afición cubana que en el Almendares Park aguardaba con expectación verlo lanzar uno de sus espectaculares cuadrangulares pero el Bambino, como también le llamaban, apenas pegó en La Habana dos jonrones en 9 desafíos. Incluso en uno de sus juegos el héroe fue un cubano: Cristóbal Torriente, quien logró conectar un doble y ¡tres jonrones!, mientras el norteamericano solo lanzaba algunas entradas como relevo.

Sin embargo, la presencia en La Habana de George Herman Ruth, tal era su verdadero nombre, constituyó todo un acontecimiento, pues aunque todavía no había conectado 60 jonrones en un año, ya era toda una celebridad.

Llegó el sábado 30 de octubre, acompañado de su esposa y su secretario. La prensa, sin excepción, lo recibió con los más admirables cumplidos. “El Heraldo de Cuba”, por ejemplo, lo calificó “como el más grande entre los grandes jugadores de pelota jamás conocidos”.

Aunque, en honor a la verdad, El Monarca -como lo bautizó el periodista Horacio Roqueta en su libro “El Monarca y sus proezas”, vendido días antes- aún estaba lejos de lograr sus mejores momentos como bateador. (Su marca de 714 jonrones es la tercera mejor de todos los tiempos).

Entonces tenía 25 años y “estaba –como dice el colega Leonardo Depestre- recién adquirido por el equipo New York de la Liga Americana, que había pagado al Boston la astronómica cifra de 100 000 dólares por la sesión del famoso productor de cuadrangulares”.

La actuación en Cuba de Baby Ruth se debió a las gestiones del promotor cubano Abel Linares. No obstante, al partir hacia los Estados Unidos, el sagaz empresario no tenía idea de contratar al Bambino, sino a los Gigantes de Nueva York, ocupantes ese año del segundo lugar de la Liga Nacional.

Pero sucede que estando Linares en el estadio Polo Grounds, en Nueva York, se le presentó como secretario de Ruth un sujeto que dijo llamarse John Igoe, quien le ofreció la posibilidad de que el famoso jonronero viajara a La Habana en compañía de los Gigantes.

Linares no lo pensó dos veces.

“Con posterioridad –afirma el propio empresario- invité a Igoe a conversar en mi habitación y le regalé una buena cantidad de tabacos, pues era un gran fumador, lo mismo que Ruth, el cual no soltaba el habano de los labios. Después saqué una caja de jalea de guayaba, dándole a probar el sabroso dulce cubano. El hombre se mostró encantado y me dijo: “¿Usted no cree que un país productor de cosas tan ricas es digno de visitarse?”

Luego de discutir los términos del contrato, se llegó al arreglo de que Ruth participara en los últimos diez encuentros a jugarse en la capital cubana, pactados contra las clásicas novenas Habana y Almendares. Obtendría 20 mil dólares constantes y sonantes, más todos los gastos pagados para tres personas, incluidos su esposa y el tal Igoe.

Babe Ruth y sus dos acompañantes -quienes, por cierto, pasarían sus días habaneros en el hotel Plaza-, llegaron el 29 de octubre de 1920.

Una reseña de la época comentó que: “Muchos de los presentes en el muelle de Luz al ver lo acaramelado que se mostró junto a la bella esposa, pensaron que aprovecharía la ocasión para pasar una luna de miel. Pero, en apariencia, él tenía otros planes, pues en horas de la noche visitó el Frontón Jai Alai, donde perdió 800 dólares apostando en las quinielas. Antes de retirarse comentó: “Si ustedes supieran, estoy pensando que me gusta más este juego que el béisbol”.

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