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Ausencia de medicamentos para uso pediátrico

29 de agosto de 2017

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niños

 

Todo el que se haya enfrentado alguna vez a la tarea de administrar medicamentos a un niño sabe cuán difícil y angustiante puede llegar a ser si el pequeño en lugar de tomarse el medicamento pacíficamente, decide armar el berrinche y rechazar cualquier ardid que los padres o cuidadores hayamos puesto en práctica para conseguir el propósito de hacerle tomar la medicina.

Y es que desafortunadamente, la carencia de formulaciones especialmente diseñadas para las edades pediátricas, lleva a médicos y cuidadores a tener que recurrir a menudo a la peligrosa práctica de utilizar fracciones de formas farmacéuticas destinadas a los adultos, o a otras soluciones improvisadas como la de triturar comprimidos o disolver en agua parte del contenido de una cápsula –incluso cuando esto no es recomendable– cada vez que se hace necesario administrar un tratamiento medicamentoso a un infante. Todas estas manipulaciones no previstas de los medicamentos pueden dar lugar a alteraciones de la biodisponibilidad por inestabilidad química y física y ser causa de reacciones adversas.

Esta realidad no solo motiva angustia y preocupación entre los padres y genera malestar en los pequeños pacientes. Un estudio publicado en 2005 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los errores de medicación potencialmente nocivos pueden ser tres veces más frecuentes en la población pediátrica que en los adultos.

Con vistas a dar solución a este problema reconocido a nivel internacional, en el año 2007 la propia OMS inició un programa para adecuar los medicamentos a la población pediátrica, por el cual se convocó a la industria farmacéutica a considerar a los niños desde las fases más tempranas del desarrollo de un medicamento con una sustancia activa, una indicación o una vía de administración nueva.

Así, en la búsqueda de nuevos enfoques para el desarrollo de formulaciones pediátricas, nuevas formas de dosificación sólidas orales están siendo investigadas para liberar medicamentos seguros y eficaces que sean también más fáciles de usar por los niños, padres y cuidadores. Este es el caso de minicomprimidos bucodispersables, comprimidos de pasta, píldoras, películas dispersables orales y geles orales, por solo citar algunos ejemplos.

También el uso de excipientes en medicamentos pediátricos cada vez es objeto de mayor preocupación y reevaluación, ya que se ha reconocido que los excipientes pueden ejercer un perfil de seguridad diferente en los niños debido a la inmadurez de sus órganos y sistemas corporales y por tanto deben ser puntos a considerar en el desarrollo de productos farmacéuticos para uso pediátrico, pues a pesar de carecer de acción farmacológica, son el constituyente principal de la mayoría de los medicamentos, sirviendo como relleno, aglutinante, desintegrante, conservante, antioxidante, edulcorante, enmascarador del sabor, colorante o agente de recubrimiento.

Otro aspecto muy importante en la farmacoterapia infantil es la aceptabilidad de las formulaciones. Esta implica la capacidad general y la voluntad de un niño para que utilice un medicamento según lo esperado y se determina principalmente por la recalcitrancia y las propiedades organolépticas de la formulación, tales como el sabor, el olor, la textura, la apariencia y el color del medicamento. La adecuada aceptabilidad del medicamento para el paciente y sus cuidadores y el cumplimiento del tratamiento, son claves para una farmacoterapia pediátrica segura y eficaz.

Una farmacoterapia segura y eficaz para la edad pediátrica será aquella que considere cuidadosamente el tipo de medicamento, la dosis adecuada y la formulación apropiada para esta edad. La misma deberá acompañarse de investigaciones en este terreno y de políticas de desarrollo integral para producir fármacos seguros para esta población particular.

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