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Ataque británico a La Habana

3 de febrero de 2017

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A las 8 de la mañana del 6 de junio de 1762, desde el castillo del Morro fueron vistas varias  embarcaciones de procedencia desconocida. De inmediato de avisó al Capitán General, Mariscal de Campo Don Juan del Prado y Portocarrero y al Conde del Real Transporte, Don Antonio Ramírez de Estenoz.

Pero ellos pensaron que se trataba de la flota mercantil que por esa época del año pasaba por el lugar, y se fueron tranquilos. Cuatro horas más tarde, los excelentísimos señores fueron llamados nuevamente a la fortaleza del Morro. No eran decenas de buques, sino nada más y nada menos que 175 naves. No pasaban casualmente por nuestro puerto, sino que se dirigían a él, y no eran barcos mercantes, sino de guerra.

Una poderosa flota inglesa que al siguiente día atacaría Bacuranao, Cojimar y la Caleta de San Lázaro, quedaba la Habana sitiada por el norte, el este y el oeste.

Contaba La capital para su defensa con una tropa reglamentaria de 3000 efectivos, unos 1 200 marinos y cerca de 5000 voluntarios para los que no alcanzaban los fusiles. Los británicos sumaban entre los soldados, marinos y civiles más de 32 mil, con cerca de 3000 cañones, y necesitaron 2 meses para tomar la ciudad.

Heroica fue la resistencia del capitán Don Luís de Velasco en el Morro, contra el que fue lanzado, en 56 días más de 18 mil bombas. Este heroico militar murió a consecuencia de las heridas recibidas durante la defensa del Castillo. Si el Mariscal de Campo don Prado de Portocarrero puso los pies en polvorosa, Pepe Antonio en su Guanabacoa natal, fuel el héroe de la jornada.

Pelearon al unísimo patricios y plebeyos, negros, blancos y mestizos, criollos y peninsulares, cuando aún no existía una conciencia de nacionalidad, pero sí de territorio, por lo que fue el  primer exponente bélico de la habaneridad.

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