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Aquino Abreu y la búsqueda de un imposible

26 de septiembre de 2014

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Aquino Abreu

Aquino Abreu

Su primera reacción fue de sorpresa, “no, no puede ser”, pensó en un instante; pero con rapidez se repuso y dominó con facilidad al último bateador del capítulo. Después de ocho innings, Centrales continuaba al frente 7 carreras por cero y él estaba tirando, otra vez, un juego de cero hits-cero carreras.

Solo restaban tres outs para completar una hazaña difícil de igualar. Los dolores en el brazo de Aquino eran insoportables. Aun así, salió a completar lo que había iniciado.

El primer hombre falló en un largo batazo al jardín central. Aquino respiró profundo y se pasó la mano por la frente, para retirar el copioso sudor que amenazaba con llegar a los ojos. Buscó concentración y lanzó una recta, ya no con tanta velocidad, pero que, para su fortuna, cayó en zona buena y el árbitro la cantó como strike. Volvió a mirarse la mano, la estiró y sintió, una vez más, el escalofrío. Tenía que seguir adelante, el fin estaba cada vez más cerca…

Nueve días antes, exactamente el 16 de enero de 1966, frente a Occidentales, en el estadio “Augusto César Sandino” de la ciudad de Santa Clara, sede oficial de Centrales, Aquino Abreu Águila lanzó el primer juego de cero hits-cero carreras en las Series Nacionales. En nueve entradas propinó cuatro ponches y regaló tres bases por bolas.

En la historia del béisbol mundial, hasta ese momento, solo un hombre había logrado lanzar juegos consecutivos de cero hits-cero carreras. Ese honor le correspondía al norteamericano Johnny Vander Meer quien en la temporada de 1938, con los Rojos de Cincinnati, dominó a los Bravos de Boston y a los Dodgers de Brooklyn. El 11 de junio de 1938, Vander Meer dio el primer paso al blanquear a los Bravos 3 por 0, en el estadio Crosley Field, en Cincinnatti. Cuatro días después, repitió la misma actuación ante los Dodgers, 6 por 0 en el Ebbets Field de Nueva York.
¿Cuáles fueron los orígenes del hombre que estaba ahora a solo un out de inscribirse en la lista de inmortales del béisbol? Aquino Abreu nació en el poblado de Crespo, municipio de Cumanayagua, situado en la actual provincia de Cienfuegos.  Comenzó a practicar el béisbol a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. En 1958 lanzó las primeras pelotas hacia el plato, como parte del equipo del central Manuelita en la Liga Azucarera. Cuando se inauguraron las Series Nacionales, Aquino fue uno de los jugadores que integró el equipo Azucareros.

En sus 14 años de vida deportiva, Aquino jugó con varias novenas, primero con Azucareros y después militó en Centrales, Orientales, Arroceros y Las Villas. Su última temporada fue la de 1974-75. Al retirarse, con 39 años, Aquino dejó una marca de 57 triunfos y 61 derrotas, tiró 14 lechadas y su promedio de efectividad fue de 2,26.

Otra de las marcas de Aquino aún vigente en los libros de récords es la de más innings lanzados en un juego. El 28 de diciembre de 1965  se mantuvo en la lomita durante ¡19 entradas y un tercio!, en un partido que se extendió hasta 20 capítulos y terminó perdiendo 1 por 0.

Como parte del equipo Cuba, Aquino participó en tres torneos internacionales. Debutó en 1962, en los Centroamericanos de Jamaica, y allí alcanzó dos victorias, aunque Cuba no logró la medalla de oro. Un año después vino la consagración durante los IV Panamericanos en Sao Paulo, Brasil. Aquino archivó de nuevo dos triunfos y finalizó como líder de los lanzadores con 0.50 de efectividad. Él y Modesto Verdura, constituyeron los dos pilares sobre los que se erigió la corona cubana, con un triunfo final ante Estados Unidos.

Esta es la historia del hombre que aquella tarde de enero estaba a punto de lograr otro juego de cero hits-cero carreras. Seguía siendo el mismo guajiro de Cumanayagua, aunque las lesiones le habían impedido lanzar con toda la fuerza que una vez tuvo su brazo.

Los jugadores de Centrales esperaban el tercer out del capítulo  fuera del banco. El rostro de Aquino reflejaba cansancio y tensión. Casi no se sentía el brazo, estaba entumecido. Levantó la mirada hacia la pizarra llena de ceros. Despacio, para disfrutar el momento, acarició las costuras de la bola, la tomó entre sus largos dedos y, por última vez, lanzó hacia el plato. El bateador le hizo swing, y con la punta del bate golpeó la pelota que salió disparada directamente a las manos del defensor de la segunda base.

El receptor corrió hacia Aquino y ambos hombres se abrazaron. Poco después, el montículo estaba lleno de jugadores que festejaban el nuevo récord. Aquino se retiró del estadio en los hombros de sus compañeros de equipo. Un juego de cero hits-cero carreras es difícil de lograr. Dos, de forma consecutiva, roza lo imposible.

¿Sería posible un tercero? Cinco días más tarde, el 30 de enero, Aquino volvió a lanzar con Centrales. En la primera entrada no permitió ningún imparable; en la segunda, un lento roletazo ganó la categoría de hit y, en ese mismo capítulo, permitió cuatro más. Así terminó la posibilidad; pero no la leyenda.

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