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Apreciaciones de José Martí sobre etapas de su vida en sus poemas

23 de mayo de 2022

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Monte soy, 1979, Ever Fonseca, Tempera sobre cartulina 70 x 50 cm

“Monte soy”, 1979, Ever Fonseca, Tempera sobre cartulina
70 x 50 cm

 

En varios de los poemas que elaboró José Martí expuso consideraciones en torno a la vida y al modo de actuar de los seres humanos y también reflejó cuestiones relacionadas con su breve pero fecunda existencia.

Igualmente en varias de sus cartas, trabajos periodísticos y en sus discursos hizo mención a determinados instantes de su vida y a manera de ejemplo recuerdo uno de sus primeros y más importantes trabajos, el que resumió su estadía en presidio y las vivencias en la realización de trabajo forzado en la entonces Canteras de San Lázaro, lugar donde actualmente tiene su sede el Museo Fragua Martiana, en el municipio Centro Habana.

Más en esta oportunidad sólo tendré en cuenta lo detallado por Martí en sus poemas con respecto a determinados momentos de su transitar por la vida. Y recuerdo al respecto sus Versos Sencillos, obra que creó en 1890 cuando estaba en una zona rural de los Estados Unidos de América reponiéndose de problemas de salud que confrontaba y que fue publicado en forma de libro en Nueva York al año siguiente.

En uno de los Versos Sencillos Martí evocó la etapa en que en compañía de su padre estuvo en Caimito de Hanábana, una zona rural de la provincia de Matanzas.

Cuando residió en dicho sitio del territorio cubano era un niño de nueve años y allí fue que conoció la crueldad del sistema esclavista imperante en Cuba.

En ese lugar vio colgado en un árbol a un esclavo. Y esto, varios lustros después, fue señalado por él en el trigésimo de los Versos Sencillos en el que además enfatizó en su parte final:

 

Un niño lo vio: tembló

De pasión por los que gimen:

¡Y, al pie del muerto, juró

Lavar con su vida el crimen!

Martí también recordó en los Versos Sencillos lo que aconteció en La Habana en enero de 1869 cuando los integrantes del denominado Cuerpo de Voluntarios, una fuerza militar auxiliar al servicio del régimen colonial español, llevaron a cabo una feroz represión que provocó el atropello y la muerte de un gran número de habitantes de la capital cubana.

Precisamente al evocar este hecho expresó en el vigésimo séptimo de sus Versos Sencillos:

El enemigo brutal

Nos pone fuego a la casa:

El sable la calle arrasa,

A la luna tropical

Pocos salieron ilesos

Del sable del español:

La calle, al salir el sol,

Era un reguero de sesos.

En otro de sus Versos Sencillos Martí igualmente hace referencia a su permanencia en la provincia de Aragón, España.

Martí había llegado a España en enero de 1871 al ser deportado de Cuba después de haber padecido el presidio político y la realización de trabajo forzado.

Primero residió en Madrid y después en 1873 se trasladó hacia la ciudad de Zaragoza, en la provincia de Aragón.

Del cariño que sintió por este lugar de España, trató en el séptimo de los Versos Sencillos, en el que expresó:

 

Para Aragón, en España

Tengo yo en mi corazón

Un lugar todo Aragón,

Franco, fiero, fiel, sin saña

También otro de los momentos más relevantes de su vida fue reflejado por Martí en el noveno de los Versos Sencillos en el que se refirió a su estadía en Guatemala y lo relacionado con sus vínculos con la joven María García Granados, quien falleció, víctima de la tuberculosis, el 10 de mayo de 1878.

Martí recordó, e inmortalizó en ese poema, a esa joven que catalogó como la Niña de Guatemala, la que se murió de amor.

De su fallecimiento y entierro señaló en esta obra poética:

Allí, en la bóveda helada,

La pusieron en dos bancos:

Besé su mano afilada,

Besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,

Me llamó el enterrador:

¡Nunca más he vuelto a ver

A la que se murió de amor!

En los Versos Sencillos Martí contó la impresión que le causó una destacada bailarina española que se presentó en un teatro de Nueva York y acerca de ella afirmó:

El alma trémula y sola

Padece al anochecer

Hay baile; vamos a ver

La bailarina española.

 

En otras de sus obras poéticas Martí también, de modo directo o indirecto, igualmente trató en relación con otros momentos significativos de su existencia.

Un ejemplo de ello es su Verso Libre identificado como Pollice Verso en el que recordó la etapa en que tuvo que padecer el presidio político y la realización de trabajo forzado.

En la parte inicial de ese poema él señaló:

Si! ¡yo también, desnuda la cabeza

De tocado y cabellos, y al tobillo

Una cadena burda, heme arrastrado

Entre un montón de sierpes, que revueltas

Sobre sus vicios negros, parecían

Esos gusanos de pesado vientre

Y ojos viscosos, que en hedionda cuba

De pardo lodo lentos se revuelcan!

 

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