ribbon

Aparece gorrión muerto

4 de diciembre de 2015

|

 

"El gorrión muerto", Franz Marc

“El gorrión muerto”, Franz Marc

 

 

El 25 de marzo de 1869, jueves santo, apareció muerto un gorrión bajo un laurel. Cinco meses y medio atrás, se había levantado Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua para comenzar la Guerra de los Diez Años contra el colonialismo español.
Un voluntario del séptimo batallón del cuerpo, en La Habana, recogió el gorrión y lo puso bajo un montículo. Comenzaron entonces algunas personas a ver el pájaro, poco a poco, pero en pocas horas, aumentaban los visitantes españoles y aumentaba también el rango de ellos, ahora eran marquesas, varonesas y condesas, las que querían rendir tributo a los restos mortales del desdichado gorrión.
El gorrión es un pájaro pequeño de plumaje pardo con manchas blancas, de la familia de los fringílidos, como el jilguero, el canario, el pardillo y el pinzón. Se les llama conirrostros por su pico en forma de cono.
En Cuba y en aquella época, se les llamaban gorriones a los españoles y bijiritas a los cubanos. Y la muerte de este representante de los más altos ideales de la España colonialista pasaría a la posteridad. El Eco de los voluntarios le dedicó un artículo fúnebre. Las ciudades de Matanzas y Cárdenas reclamaban los restos mortales de aquel pájaro fringílido y conirrostro.
Lo trasladaron al castillo de la Real Fuerza, era tanta la gente peninsular que quería verlo que hubo que cerrar las puertas de la vetusta fortaleza, hasta que los gritos histéricos de una muchacha que decía:”Quiero ver a mi paisanito, quiero verlo”, hizo abrir de nuevo las puertas, era la hija del señor gobernador civil.
Los cabos y sargentos del cuerpo de voluntarios le rindieron guardia de honor a la finada ave. Y cuenta el doctor Armando de Córdova en su obra La locura en Cuba, que la cosa no quedó así, el féretro, con el cuerpo inmóvil del gorrión, recorrió las calles habaneras, precedido del mismísimo capitán general y otras autoridades coloniales. Luego, un tren expreso, lo conduciría a la ciudad de Matanzas, donde estuvo tres días en capilla ardiente.
En un periódico integrista de la época, apareció escrito lo siguiente: “Murió en su puesto como un soldado de honor, como un gorrión voluntario en la Plaza de Armas. Allí está el cuartel de los gorriones. Allí está La Fuerza. Allí está el gobierno y España allí, porque está quien la representa, el gobierno y el Capitán General”.
En la Loma de la Cruz, en Guanabacoa, se le celebró al gorrión una misa, para que su alma peninsular descansara en paz. También en esa localidad habanera un gato fue condenado a fusilamiento por haberse comido un gorrión.

Galería de Imágenes

Comentarios