Anunciar, analizar, alertar

14 de marzo de 2018

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Fernando Rodríguez Sosa

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Cuba, Estados Unidos, José Martí, Nueva York, Periodismo

 

 

Difícil, casi imposible, desconocer el alcance, trascendencia y permanencia del ejercicio periodístico de José Martí, en el contexto de la obra legada por quien, con toda justicia, es considerado el más relevante revolucionario e intelectual cubano de todos los tiempos.
Sus artículos, ensayos, críticas, crónicas, reseñas, apuntes, constituyen el cuerpo esencial de una obra que se propuso, y logró, no solo reflejar las realidades y problemáticas del mundo que le tocó vivir, sino también alertar sobre cómo avizoraba el futuro de la humanidad.
Quizás el período que mejor ilustre tales presupuestos, en que el Maestro desarrolló una amplia, diversa y rica labor periodística, se corresponda con su estancia, por casi tres lustros, en Estados Unidos, años en que preparaba la “guerra necesaria” para liberar a la Isla del yugo colonial español.
En agosto de 1881, llegaba José Martí a Nueva York. Era su tercera y más larga estancia –hasta enero de 1895– en el país norteño. Antes había vivido en esa ciudad en otras dos ocasiones: entre el 14 y el 26 de enero de 1875, en tránsito hacia México, para reunirse con sus familiares, y desde 1880 hasta 1881.
En esos catorce años en Nueva York, José Martí desplegó una intensa y fecunda actividad periodística. Escribió para publicaciones en Estados Unidos, como The Sun, The Hour y La América; así como para numerosos medios de difusión del continente, entre ellos La Nación, de Buenos Aires; El Partido Liberal, de México, y La Opinión Nacional, de Caracas.

 

 

Fue en Nueva York donde veía la luz, el 14 de marzo de 1892, el primer número del periódico Patria, fundado y dirigido por el Apóstol para informar, animar, movilizar, a las cubanas y los cubanos, en el noble empeño de organizar la lucha contra el colonialismo español y así lograr la libertad de la patria amada.
No debe olvidarse que, también en esa urbe, pensó y creó una publicación para las niñas y los niños de América, La Edad de Oro, revista mensual aparecida en 1889, que ha llegado a convertirse en paradigma de la creación dirigida a quienes, según sus palabras son la esperanza del mundo.

 

Resulta de enorme interés releer, desde la contemporaneidad, esos textos periodísticos escritos en Estados Unidos, en que el Héroe de Dos Ríos abordó un amplio universo temático. Y dentro de ese cuerpo, detenerse en sus comentarios, reflexiones, análisis, de la sociedad estadounidense, que le permitieron prever cómo el presente de esa nación influiría negativamente en el futuro de Nuestra América.

 

 

Los conflictos sociales en Estados Unidos, el sistema político de ese país y su funcionamiento, y la política exterior del gigante del norte fueron algunos de los temas más abordados en sus textos, lo cual demuestra su preocupación ante un fenómeno que ya vislumbraba con nefastas consecuencias para los pueblos que se extienden del río Bravo a la Patagonia.

 

 

El investigador, ensayista y profesor Pedro Pablo Rodríguez, certeramente se refiere a ese empeño del Héroe Nacional:

Mediante sus crónicas, conscientemente quería atrapar la vida estadounidense en su conjunto y en todos sus matices; pretendía que sus lectores advirtieran por qué no podían tomar como modelo aquella sociedad pujante que emergía como potencia con intereses expansionistas hacia Hispanoamérica, advertidos por él con sistematicidad. Por eso denunció la corrupción política y administrativa, una de cuyas plazas fuertes era Nueva York. Y le pareció tonta e inauténtica la imitación del habla y las costumbres de la aristocracia británica por parte de los nuevos ricos y de la gente de prosapia colonial de Estados Unidos.

Describió con ojo escrutadoramente crítico a la Nueva York del comercio, de la banca, de la industria, de los nacientes monopolios, de la lujosa Quinta Avenida con sus bailes a todo dar y sus residencias avasalladoras, y se solidarizó con la otra cara de la moneda neoyorquina: con los inmigrantes de faena ruda; con las obreras que salían hacia el trabajo en la fábrica en la fría madrugada; con el niño vendedor de diarios, uno de sus personajes literarios más frecuentes, que inmortalizó en una crónica para El Partido Liberal, de México.

Es igualmente de interés señalar que, desde mucho antes, en su más temprana adolescencia, ya Martí dejaba su testimonio sobre Estados Unidos. En un Cuaderno de apuntes, presumiblemente de los años en España durante su primera deportación, escribía:

Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento.—Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad (…)

Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han llevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!

Volver sobre el periodismo escrito por José Martí en Estados Unidos, será siempre una experiencia enriquecedora. Oportunidad de comprobar la lozana vigencia del pensamiento emancipador de quien, por vivir en el monstruo y conocer sus entrañas, anunció, analizó, alertó, sobre el futuro de nuestra aguerrida América.