Antiguo edificio de la Sociedad de la Cruz Roja

27 de febrero de 2015

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Yamira Rodríguez Marcano

Fotos: Armando Zambrana

Aunque sus orígenes datan de finales del XIX, la Sociedad Nacional de la Cruz Roja Cubana, fue fundada el 10 de marzo de 1909, por el célebre médico cubano Dr. Diego Tamayo y Figueredo, como una sociedad de socorro auxiliar de los poderes públicos. Había sido aprobada y reconocida entonces por el presidente José Miguel Gómez, en el Decreto 401, y como primer presidente quedaba el Dr. Tamayo, en tanto que su esposa, María Pujados, fungiría como Presidenta del Comité de Damas de la Cruz Roja Cubana. El mismo día de la constitución se creó la Asamblea Suprema y el Comité Ejecutivo, y se adoptó la estructura de los delegados especiales, elegidos en los barrios de La Habana, así como en las provincias y las zonas rurales del país.

En septiembre de ese mismo año, la Cruz Roja Cubana fue reconocida por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y en 1919 formó parte de la Liga de Sociedades,  bajo el nombre de Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
El 31 de marzo de 1920, su presidente Miguel Varona, en representación de la Sociedad…, expuso: “Que deseando la expresada Institución Sociedad Nacional Cubana de la  Cruz Roja, construir un edificio para sus juntas, el cual irá emplazado en la parcela de terreno, propiedad del Estado comprendida entre las calles de Ave. de Bélgica, Ignacio Agramante, Teniente Rey y Dragones, según se especifica en la memoria y planos que acompaña (…) interesa de ese Ayuntamiento se sirva concederle licencia para poder realizar las obras”. Así quedaba manifiesta la solicitud de una sede que sirviera a la Cruz Roja Cubana para la celebración de sus asambleas y demás reuniones, que hasta ese momento se hacían en el Cuartel de la Fuerza, donde radicaban sus oficinas.
El proyecto contemplaba una edificación de dos plantas, con entresuelo y sótano. El puntal del sótano de 3.35 m, los de las plantas alta y baja, de 5.00 m, y de 2.90 el del entresuelo. El nivel del piso de la planta baja se dispuso a 1.35 m aproximadamente sobre el de la acera, retirándose a su vez de la alineación de la calle. El acceso al primer piso alto, entresuelos y sótano se resolvió por medio de amplias escaleras y una escalinata para la entrada principal.
El edificio se situó al centro del solar, por lo que en todas sus fachadas quedaron convenientemente distribuidos amplios vanos que permiten un alumbrado y ventilación perfectos.

Todas las cimentaciones, columnas, arquitrabes, placas de pisos, azoteas y escaleras, se hicieron de cemento armado, sistema monolítico. Los muros de fachadas, columnas exteriores, cornisas, jambas y demás obras decorativas de la fachada, se realizaron en piedra artificial de cemento fabricado por el procedimiento “Stevens”. Los muros y tabiques interiores se levantaron de ladrillo. Todos los paramentos fueron enlucidos, reservando una mayor elaboración para los techos, cuyos cielos rasos fueron decorados con hermosas molduras.
Los pavimentos se revistieron con losas hidráulicas, formando mosaicos de suaves colores y delicadas formas, que a la vista destacan en los amplios salones como verdaderas alfombras. Los portales, las escalinatas y los cuartos de baños  se cubrieron con  terrazo, y en la escalera principal interior se empleó el mármol blanco para los escalones y pasamanos, a los que se añadieron barandas ornamentadas de hierro forjado.
Cuatro columnas estriadas de capitel corintio presiden la entrada del edificio, coronado con un gran frontón clásico en cuyo centro resalta el escudo de la República de Cuba. Una cornisa denticulada sirve de alero, a la vez que decora el edificio, donde el resto de la ornamentación, salvo por algunos elementos, es bastante sobria para el lenguaje del eclecticismo que resulta, al final, su estilo. Aunque un poco tardío este discurso arquitectónico, le aseguraban, sin embargo, solidez y prestancia al edificio, cuya intención no sería otra que la de trasmitir la imagen de la propia Sociedad, como mismo trasladaron estos símbolos a la fachada los bancos y, en general, los edificios civiles públicos construidos en las dos primeras décadas del siglo XX. Las obras de la Sociedad de la Cruz Roja fueron terminadas el 6 de mayo de 1922.

Ubicado en el Reparto Las Murallas, este inmueble, junto al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, “constituyeron dos intentos por agrupar altas funciones públicas en los terrenos libres del centro”, como afirma el historiador Carlos Venegas en La Urbanización de Las Murallas: dependencia y modernidad. Y más adelante concluye, que la fachada de estos dos edificios “proyectadas con la clásica severidad académica de los edificios públicos norteamericanos, también tendían al aislamiento, sin integrarse al conjunto por medios de arcadas continuas, al modo tradicional o por algún otro indicio de transición”. Integrados o no al contexto, resultados de un desorden arquitectónico que evidenciaba la necesidad de un plan director a esas alturas, lo cierto es que tanto uno como otro enaltecieron los espacios urbanos que habían permanecido yermos, destinados a establecimientos provisionales o convertidos en áreas de césped durante la primera intervención norteamericana.
En la antigua sede de Zulueta 461, en La Habana Vieja, radica hoy el policlínico Antonio Guiteras. Actualmente, la  Sociedad Nacional Cubana de la Cruz Roja reside en la Calle 20 # 707 entre 7ª y 9ª, Municipio Playa y continúa su labor orientada al bienestar de los ciudadanos como Organización No Gubernamental que trabaja inspirada en los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, carácter voluntario, unidad y universalidad.