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Ángela Molina

23 de mayo de 2018

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La actriz española Ángela Molina llegó a La Habana el 13 de diciembre de 1989 como invitada a participar en las actividades del XI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Su filmografía era ya extensa (más de 60 películas) e incluía producciones en España, Italia, Hungría, Francia, Latinoamérica y Estados Unidos, además de numerosos premios.

A sus 34 años, en la actriz se aunaban la belleza y el talento. Por tanto, no era posible que la hija del gran artista del género flamenco Antonio Molina pasara inadvertida, y la periodista Roxana Pollo la entrevistaba para el diario Granma. Entonces expresó:

“…Mi padre, que bailaba flamenco, vivió mucho tiempo aquí en Cuba, y recuerdo que me hablaba del primer discurso de Fidel, de las costumbres de acá y me decía: Cuando tengas un chance, llégate”.

De sus recuerdos entresacó los referidos al realizador Luis Buñuel:

“Lo conocí recién haber muerto mi abuelo y en él descubrí otro. Tenía cerca de 82 años y me enseñó pocas cosas pero esenciales para el cine (…) Como director es el único al que he visto ser espectador de sus actores. Era maniático en los ensayos de las escenas, después se sentaba a disfrutar, a reír o llorar con sus personajes”.

La Molina había filmado ya varias cintas memorables: El oscuro objeto del deseo, La ciudad quemada, Camada negra, Demonios en el jardín, La mitad del cielo, Camorra… Manifestó su gusto por el teatro e hizo pública su admiración por Marlon Brando. Cuando se le preguntó si se consideraba una buena actriz,  respondió con soberana sinceridad: “Sí, creo que Dios me ha dado ese don. No puedo decir otra cosa. Me considero ante todo, una persona a la que le gusta hacer las cosas bien”.

En La Habana, Ángela se deleitó en pasear por el malecón, tomar algún café en La Habana Vieja y conversar con quienes identificaron en ella a una de las actrices invitadas al festival. Si su padre fue un gran cantante, ella era ante todo una actriz, clasificada entonces entre las más prestigiosas y mejor pagadas de su país.

Muy selectiva para la aceptación de los roles que se le proponen, Ángela Molina es ganadora de los premios de la Crítica de Nueva York en 1985 (por Demonios en el jardín), David de Donatello de la Academia Italiana como mejor actriz de la película Camorra, en 1986; la Concha de Plata a la mejor actriz del Festival Internacional de Cine de San Sebastián con la película La mitad del cielo, en 1986; el Premio del Festival de Cine de Málaga a su trayectoria cinematográfica en 2002, varios Fotogramas de Plata y además algunas nominaciones a los premios Goya. Premios honoríficos le han conferido los festivales de Viareggio, Huesca, Valladolid, Alicante, Guadalajara…

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