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América Latina en el recurso sonoro. Retos y conflictos en el siglo XXI. (5)

16 de agosto de 2013

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En general esto deja abierta otra interrogante quizás más puntual: ¿se llevó en estos años al fonograma lo mejor de la música cubana y sus intérpretes?
Después, se incluirían en el recurso sonoro los formatos instrumentales intérpretes del son cubano, en todas sus variantes y estilos, entre otros, Cuarteto oriental,  Cuarteto Nano, Sexteto Habanero, Boloña, Matancero, Enrizo, Occidente, Nacional, Estudiantina de Ricardo Martínez, Estudiantina Cuba, Ronda Lírica Oriental, y algo después, la Estudiantina Sonora Matancera (años después devenida en la internacionalmente famoso Conjunto Sonora Matancera). En verdad esto resulta una pobre representación del talento artístico en el recurso fonográfico. No obstante quedaría abierta la presencia de nuestra música popular en el ámbito discográfico.
Algo después, aparecerían en el recurso fonográfico los discos realizados a Rita Montaner, Ernesto Lecuona, Miguel de Grandy, Eusebio Delfín, Luisa María Morales, y Antonio Machín; también las rumbas y congas edulcoradas a la manera de Xavier Cugat y Eric Madriguera. Por lo que no podemos evadir la llamada a la reflexión del musicólogo Leonardo Acosta cuando nos dice: “(…) recordemos, finalmente, las múltiples connotaciones de la rumba, que en la misma década de los veinte se convierte en varias cosas distintas para varios públicos distintos (lo que no excluye su valoración en términos más absolutos)(…)o recordemos la conga y su manipulación politiquera en la chambelona comparable a las manipulaciones del stablishment yanqui con el rock y con ciertas modalidades del jazz (…)” [Las cursivas son mías JRF.].
En este rápido recorrido por distintos países de América, tampoco pasan por alto las grabaciones fonográficas de solos de instrumentos como, la marimba, cornetas, ocarinas, el acordeón, mandolinas, tiple, bandurrias, pianofortes, xilófonos, requintos, arpas, clarionet, campanas, quenas y tambores. ¿Quién pudiera estar interesado hoy en día, incluso en su tiempo, por estas grabaciones?
Figuras como el guitarrista cubano Alberto Villalón, con sus impecables y novedosos bordoneos; el gran xilofonista Muller; el arpegiado armonioso del guitarrista y cantor Eusebio Delfín y el banjonista Van Eps, rivalizarían en la aceptación discográfica con el Quinteto Borinquen de Puerto Rico; La Estudiantina Salazar y el Quinteto Rubiano, ambos de Bogotá. Así también, el puertorriqueño Trío Borinquen –en ocasiones también llamado Quisqueya-, integrado este último, por Ithier, Mesa y Rafael Hernández, con los inolvidables registros de la hermosa criolla dominicana La Dorila, de la autoría de Alberto Vásquez; los boleros Anatolia, Capullito de Azucenas, Cuanto me hizo sufrir, la habanera Linda Quisqueya, y el bambuco Ansias locas, todos felizmente registrados entre 1925 y 1927.
Por otra parte, hubo que esperar hasta el año de 1920, a que en Cuba se le prestara atención a las últimas corrientes experimentales de la música europea; por ejemplo, el impresionismo debussyano y las experiencias vanguardistas de Stravinsky con su monumental Consagración de la primavera, “diferenciadas” en nuestro país, por una acentuada presencia de la música afroide en el quehacer sinfónico de Caturla y Roldán, y que luego con la emblemática obra de estos dos insignes compositores cubanos, ocurriera  su inusitado rebote a Europa.
Las primeras obras grabadas en discos de estos dos importantes exponentes del llamado afrocubanismo-sinfónico no fueron hasta el año 1935, en que el eminente compositor norteamericano Henry Cowell creara en Norteamérica, el sello discográfico New Music Quarerly Recording.
Esta más que breve relación, demuestra que no resulta por gusto, que etnólogos, musicólogos, y etnomusicólogos, estén convencidos de que el soporte fonográfico contribuye a la preservación de los lenguajes orales y culturas musicales de otros tiempos con una gran precisión. Por lo que se entregan con vehemencia a la consulta de estos en importantes archivos sonoros de diferentes partes del mundo. Entre otros, alcanzan significativo destaque El Comité de los Archivos de Audio Asociados de Colecciones de Sonido Grabado de los Estados Unidos; los valiosísimos fondos de la Biblioteca del Congreso de Washington; la Biblioteca Pública de New York; la Universidad de Santa Bárbara, la Biblioteca Británica; y las inapreciables colecciones atesoradas en las universidades de Stanford, Yale y Siracusa. Sin entrar a considerar las valiosas fonotecas de importantísimos coleccionistas.
También, merecen un alto reconocimiento, los centros especializados de España (en especial el Centro Sonoro de Galicia), Italia, Austria, Alemania; la mayoría con el resguardo de valiosos e históricos sellos y biseles fonográficos ya hoy microfilmados.
Y en especial, la preservación de música latinoamericana en todos los soportes fonográficos posible (ya sean cilindros, discos, rollos de pianolas, cartones para órganos o alambres), en los centros Música Americana, de Colombia; Fondo Nacional de Música, de Uruguay; el Proyecto de la Universidad Federal de Goias, en Brasil; el Museo del Disco de Vinilo, de Uruguay; el Museo Nacional de la Música de Cuba; la Discoteca Central del ICRTV, el Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC), Casa de las Américas, y la Biblioteca Nacional “José Martí”.

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