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América Latina en el recurso sonoro. Retos y conflictos en el siglo XXI. (4)

9 de agosto de 2013

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Edison Phonographic Inc

Estas  funciones, sin discusión alguna, tuvieron desde el inicio el marcado propósito de asegurarse fáciles ventas dentro del territorio norteamericano.
Resulta posible, que esto moviera a sacarle provecho al caótico entrecruce migratorio operado en casi todos los confines del mundo, y que para entonces, como hicieron algunos otros sectores grupales de diferentes puntos del orbe, la emigración de latinos apuntara hacia el territorio norteamericano.
Fue así como el 16 de junio de 1888, la Edison Phonographic Inc fundó la North American Phonografhic Company, entidad que aspiraba al control de la industria fonográfica en los Estados Unidos, con acentuadas pretensiones por monopolizar el sector a nivel mundial. De esta forma, esta entidad se entregó a la tarea de buscar talentos por distintas partes del mundo, en especial de Latinoamérica, para con esta finalidad engrosar sus nacientes catálogos.
Por ejemplo, en 1893 esta firma contribuyó a la impronta de las máquinas grabadoras en La Habana; y aparejado a ese mismo año el cantante irlandés Dan Donovan, alcanzó los primeros éxitos de venta con la grabación de su voz en cilindros de cera.
Se conoce que en 1895, en Europa salen los primeros cilindros grabados al famoso tenor italiano Francesco Tamagno,  la afamada soprano rusa Marie Michailova y del tenor Sovinoff. Pero también en Norteamérica, esa otra leyenda del bel canto llamada Adelina Patty, para entonces sexagenaria, dejaría su voz registrada en discos. Algo parecido ocurrió con las fenomenales Madame Melba y Louise Tetrazzini.
Casi aparejado a ello, un ciudadano habanero de apellido Martínez, dejó escuchar en Puerto Rico (1895) cilindros fonográficos con el registro de guarachas, tonadas y puntos guajiros realizados a “artistas cubanos”-posiblemente al guarachero Ramón Ramos, conocido por “Ramitos”, y al tonadista Martín Silveira.
A manera de prueba, para el año 1897 se producen en los Estados Unidos, los primeros registros fonográficos de la soprano cubana Chalía Herrera junto a los de la gran soprano italiana Schiaparelli, el tenor ¿de origen cubano? Arturo Adamini; y a los de un desconocido barítono de nombre “Signor Francisco”, (que sospecho fuera el célebre barítono de ascendencia cubana Emilio de Gogorza) todos para la marca de cilindros Bettinni unnubered y Edison.
Considérese el auge industrial desplegado por la industria fonográfica, que ya en 1898, salen las primeras grabaciones realizadas en Estados Unidos a la gran soprano cubana Chalía Herrera para su colocación en los mercados, aparejado con los de un barítono identificado como A. Alberto –según catálogo por el número de registros realizados-, exclusivo de la marca HKH unnumbered (de dos minutos de duración). Esto coincide con que en Europa el proverbial tenor Enrico Caruso realiza sus primeros registros para los cilindros franceses marca Pathé.
Para esta etapa y de manera curiosa, casi todos los cantantes de lengua hispana llevaban a sus programas de grabaciones, una pieza titulada “El Café de Puerto Rico”,  ¿a caso sería el comercial de una marca de café? De ser así, posiblemente estaríamos en presencia del primer comercial de la historia.
Entre 1898 y 1900 se conoce que la cubana Chalía Herrera dejó registrado un buen número de cilindros, entre los que cobran destaque El Café de Puerto Rico, The last Rose of Summer, Home sweet home, y IL Bacio, cuatro piezas que como ya en parte formulamos, casi siempre aparecían como obligadas en el repertorio a grabar por cualquier soprano.
Aunque también Chalía dejó registros con arias de Aida, Semiramide, IL Barbieri de Siviglia, Don Giovanni, La Traviata, Un ballo in maschera, Carmen, Lucrecia Borgia, etc.
Paralelo con la salida de los cilindros de Chalía, ocurre la fundación del Archivo Sonoro de Viena, primera entidad a nivel mundial que guardó grabaciones sonoras de una buena parte del mundo, incluyendo los de Chalía.
En 1901 surgen como grandes compañías discográficas, la Víctor Talking Machine Co.,  y la Columbia Phonograph Co., entidades que mantienen una rivalidad comercial, en lo que respecta a la música latina, a lo largo de los primeros cincuenta años del siglo XX. Ambas empresas trataban de tomar para sí lo mejor, o lo que consideraban como lo sobresaliente de los intérpretes y la música latinoamericana.
Fue así como en 1903, se realizan las primeras grabaciones por ambas compañías en México; nación donde en 1904 la Columbia abre finalmente, sus estudios de grabaciones.
Un año después, la Víctor sigue los pasos a la Columbia e instala también en México sus propios estudios de grabaciones.  Algo parecido sucede con Brasil, Argentina, y Venezuela.
En cuanto a Puerto Rico, Cuba, y algo después, República Dominicana, las compañías fonográficas se mantenían periódicamente entrando y saliendo en estos territorios, con el propósito de grabar el talento artístico de estos países. Y cabe una nueva interrogante ¿en realidad se grabó  lo mejor del talento de entonces?
De esos tiempos, resultan célebres las grabaciones realizadas a las orquestas venezolanas Belasco (sic.), Estudiantina Venezolana y Típica Venezolana.
En Argentina, las realizadas a la acreditada Orquesta Típica Argentina de Celestino, con sus flamantes interpretaciones de valses y tangos. En Guatemala a la Marimba Centro Americana de Guatemala y a la Marimba Americana de Guatemala, o a la Marimba Royal de los Hermanos Hurtado, igualmente de ese país.
Colombia conocería de los registros fonográficos al “Dúo Pelón y Marín” en los célebres bambucos El enterrador, Ojos negros y Ya vez, así como una verdadera constelación de bambucos, pasillos, danzas y valses colombianos.
En México se dejan escuchar las primeras grabaciones de las orquestas Babuco, José Ruiz, Salvador Sánchez, Típica de Lerdo de Tejada, Orquesta Mexicana de Curti, el Trío Arriaga, Trío Ábrego y Picazo, al tenor Mario Talavera, las orquestas de Tomás Ponce Reyes, Consejo Valiente Robert, Ernesto Mangas, Salvador Sánchez; el poeta Juan de Dios Peza y luego de la pianista cubana Hortensia Palacios…
En cuanto a Cuba, fueron muy considerados en los programas de grabaciones, tanto para cilindros como discos fonográficos, entre otros, los artistas del teatro Alhambra,  Adolfo Otero, Adolfo Colombo, Pilar Jiménez, Regino López, Sra. Plaza, Consuelo Novoa, Amalia Sorg, Ramón Espígul, y Arquímedes Pous.
De nuestro amplio cancionero trovadoresco se destacan la toma fonográfica realizada a Sindo Garay, Alberto Villalón, Manuel Corona, María Teresa Vera, Floro Zorrilla y Miguel Zaballa, Juan Cruz, Juan de la Cruz Hermida, Bienvenido León, y algunas pálidas muestras del Quinteto de Trovadores Orientales y de la casi desconocida  Angelita Bequé. En verdad la relación confirma un listado de excelencia; pero a la distancia de un siglo inferimos que este grupo no aglutina, ni por mucho, a todo el movimiento trovadoresco de la época. ¿Qué ocurrió que tan solo quedaron registros de unos pocos? ¿Falta de gestión por parte de las fonográficas? ¿Desconocimiento del género y sus principales intérpretes?
También alcanzaron relevancia en el recurso fonográfico de entonces, los cantantes de punto campesino Martín Silveira, Puertas Salgado, Antonio Morejón y Juan Pagés; las más célebres danzoneras típicas o de viento, como la de Enrique Peña, Félix González, y Pablo Valenzuela. Entonce nos sigue asaltando la misma duda ¿fueron los mejores en sus respectivos  géneros interpretativos en su época?…

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