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Ámbitos de recreación y sociabilidad: Los Aires Libres del Prado

6 de mayo de 2022

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Los Aires Libres del Prado, desde San José a Teniente Rey, década de 1940

Los Aires Libres del Prado, desde San José a Teniente Rey, década de 1940

 

En la década de 1930 la antigua manzana 14 del Reparto Las Murallas era un verdadero foco de locales de servicios y recreación de todo tipo. En 1929 se había concluido el Capitolio, hecho que indudablemente influyó en la proliferación y posicionamiento de las casas comerciales, las cuales vieron en la zona no solo la posibilidad de aumentar sus ingresos, sino también, las ventajas que, desde la jerarquía social, les brindaba el hecho de estar “frente al Capitolio”.

Todo este ambiente influyó en que los servicios que se ofrecían por Prado se volcaran hacia la acera –anchas por demás– así que, valiéndose del impacto de la gráfica para anunciarse y de amplios toldos para el asoleamiento, lograron atraer poderosamente la atención del público. A ello se le añadió otro importante ingrediente: la música popular cubana, especialmente la de las orquestas femeninas. Surgían así los llamados Aires Libres del Prado.

 

04Cartel Publicitario Orquesta Anacaona

Cartel Publicitario Orquesta Anacaona

 

Los Aires Libres del Prado comenzaban en la intersección con la calle Dragones, donde estaba y aún permanece el hotel Saratoga y llegaban hasta la calle San José, para cerrar con las instalaciones del cine-teatro Payret. En el amplio portal del Saratoga se ubicaba una tarima de cristal con bocinas hacia el exterior, había alrededor de quince o veinte mesas de cuatro sillas, las que eran atendidas por camareros uniformados adecuadamente. El público nombró a este sitio La Marquesina del Saratoga y fue el escenario por excelencia de la orquesta femenina.

 

Marquesina del hotel Saratoga, década de 1940

Marquesina del hotel Saratoga, década de 1940

 

Para este espectáculo no había maestro de ceremonia y la música se reproducía constantemente pues las tarimas cambiaban de orquesta cada cuarenta minutos, así los transeúntes curiosos iban de un extremo a otro hasta las doce de la noche. Fueron tan populares que una escena de la película El romance del palmar, donde aparece Rita Montaner interpretando El manisero junto a la orquesta Hermanas Álvarez, fue filmada en Los Aires libres del Prado.

Puesta de moda, la acera este del Prado que corría del Saratoga al Payret, sumó entre los años treinta y cincuenta muchos otros atractivos, en especial, por las funciones de este último. El Payret, en franca competencia con el resto de los teatros de los alrededores, colocó en su escenario a las mejores compañías de todos los géneros. Los más célebres y aplaudidos artistas, líricos y dramáticos, nacionales y extranjeros, pasaron por sus tablas. Y junto a estas presentaciones estuvo la exhibición de una importante cinematografía silente desde las primeras décadas del siglo XX y luego en 1939, del cine sonoro. En lo adelante se convertiría en el mayor exponente de películas en castellano, principalmente de España, México y Argentina, tanto en los comienzos de su industria como en la época de oro de estas producciones. Es por ello que el Payret llegó a conocerse como “La Catedral del Cine Español”, recogiendo lo mejor del cine de habla hispana.

De esta suerte, se convertía en un gran paseo “ir al Prado”, no ya como las antiguas generaciones que se trasladaban a extramuros para “salir afuera, tomar sambumbia y refrescarse”. Ahora, se buscaba un lugar para el ocio mucho más divertido entre el cine, la música, y el consumo de todo tipo de bebidas y refrigerios. En esto jugó un papel protagónico “la acera del Payret”, de allí que de todas las arterias que conforman la manzana el Paseo del Prado es evidentemente la de mayor jerarquía social.

En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo la manzana mantuvo su carácter de centro comercial y recreativo. En el Directorio Urbe de 1958 se aprecia una fuerte presencia de comerciantes judíos, fundamentalmente en los negocios de joyería, industria que habían dominado desde la década de 1940. Igual permanecen las funciones de hospedaje y los bajos continúan rentándose para las actividades económicas más diversas, incluso, los del hotel Pasaje acogen numerosos servicios por Prado y una visible dependencia de la prestigiosa farmacia de Sarrá por la calle Zulueta.

 

Kid Gavilán en el portal del hotel Pasaje, 1948

Kid Gavilán en el portal del hotel Pasaje, 1948

 

Justamente, el hotel Pasaje, que había sido desde el siglo XIX una de las grandes atracciones de esta manzana y de todo el Reparto Las Murallas, ya para estos años es una instalación “venida a menos”. Construido por la familia Zequeira, ofreció en su momento un diseño arquitectónico moderno al introducir un pasaje o galería cubierta de hierro y cristales que atravesaba el edificio de un extremo a otro, con salidas a dos calles y accesos jerarquizados con sendos frontones. La galería cubierta del Pasaje agrupó diversos establecimientos de servicios y llegó a convertirse en uno de los sitios más representativos de la ciudad y su nuevo centro. Con todo, no sobrevivió a las inclemencias de los años y la explotación inconsecuente de su espacio. Colapsó en 1982, llegando a la actualidad solamente sus fachadas. En 1991, con motivo de los XI Juegos Panamericanos, fue convertido en la Sala Polivalente Kid Chocolate.

Con el proceso de nacionalización después de 1959, muchos de los locales comerciales cambiaron su naturaleza o se tornaron en viviendas, favorecidas, además, con las nuevas leyes que convirtieron en usufructuarios gratuitos a los antiguos arrendatarios de las casas de huéspedes o en su defecto, en propietarios.

Las actividades de recreación y hospedaje definieron esencialmente la vocación de la manzana. Y a pesar de la pérdida de las funciones que tanta popularidad le dieron en el circuito socio-cultural capitalino, y al deterioro, transformación y pérdida de sus inmuebles, la “manzana del Payret” encierra en sí misma un conjunto de valores, históricos, arquitectónicos y urbanísticos que la convierten en un sitio de altas potencialidades y en un foco dinamizador de la recuperación de su entorno.

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