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Algo sobre la difícil fórmula de la felicidad

29 de mayo de 2015

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11b52-eresfelizEn el artículo anterior les comenté sobre la prevención y promoción, y claro que me orienté al aspecto de la espiritualidad, que es mi campo, pero vuelvo a la carga porque me quedaron cosas en el tintero, ya que es tema de mucha complejidad, y tanto es así, que los eruditos que saben mucho del asunto siguen investigando, escribiendo libros y debatiendo en foros internacionales sobre el tema -que está muy lejos de agotarse- e incluso les cuesta  trabajo ponerse de acuerdo. Pero no vayan a creer que los voy a atiborrar con teorías complicadas, ni mucho menos vayan a pensar que yo tengo la respuesta universal sobre este tema, sino que solo seguiré dando algunas ideas que creo pueden hacerlos pensar a ustedes y mirarse hacia adentro a ver como andan sus vidas, ya que ese es mi propósito siempre que escribo en este espacio. Me parecía que la semana pasada traté muchas cosas sobre la salud psicológica en pocas palabras y asunto tan serio merece de mayor profundidad, pero antes de continuar, tengo que aclarar a que me refiero cuando hablo de “salud psicológica” ya que es un término que personalmente me permito utilizar -a pesar de las críticas que colegas psicólogos me pueden hacer- porque creo que es importante diferenciarla de la muy criticada -a veces injustamente- salud mental, porque esta última se refiere más a la prevención de enfermedades psiquiátricas y la salud psicológica es la formación sana de la personalidad, o lo que es lo mismo; que durante toda la vida, primero nos eduquen y después nos auto eduquemos sanamente, con mentes abiertas, con el propósito de tener una vida feliz, equilibrada, exitosa y auto determinada, y esto último quiere decir que seamos capaces de tomar decisiones por nosotros mismos, por lo que los resultados de nuestras vidas son solo y exclusivamente nuestra responsabilidad, por lo que no tenemos la justificación de culpar a  otros de nuestros errores. Y este era el punto al que quería llegar hoy, porque entre las muchas cosas que nos indican cómo anda nuestra salud psicológica es la forma en que actuamos ante los fracasos, como lidiamos con esto, que caminos toman nuestros pensamientos, que conductas y emociones predominan en estas circunstancias. ¿Nos entristecemos, nos paralizamos, nos enojamos, nos desorganizamos conductualmente? O tal vez ¿culpamos a otros de nuestro fracaso? La forma de asumir situaciones de este tipo indica cómo está el equilibrio de cada uno de nosotros. Existen diferentes estilos de asunción y uno de ellos es la extra punición, o  lo que es lo mismo, culpar a otros del fracaso y de esta manera despojarse de las emociones negativas acompañantes, porque deposita en una segunda, tercera, cuarta persona la culpa, la responsabilidad del asunto, y por lo tanto de las consecuencias desagradables. Resultan verdaderamente interesantes las más diversas culpabilizaciones  extra punitivas que estas personas pueden usar, que pueden llegar incluso a culpar a los padres por haberlos educados así, y esto, no me van a  negar que  es una actitud de infantilismo patológico, y por lo tanto de inmadurez psicológica, lo que significa que tiene pocas posibilidades de tener un acertado equilibrio psíquico, porque una de las manifestaciones de la madurez que se alcanza en la adultez es la responsabilidad ante todas y las más diversas situaciones de la vida, y principalmente ante los reverses, porque asumir los  éxitos es facilísimo, lo difícil es ser capaz de auto evaluarnos, reconocer los defectos, las debilidades y con valor seguir adelante. Eso es equilibrio y salud, algunos de los componentes de la difícil  fórmula de la felicidad.

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