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Algo más sobre el jazz en Cuba

29 de noviembre de 2013

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No podemos hablar de jazz en Cuba, sin mencionar a Emiliano Salvador, a quien Leonardo Acosta considera “un eslabón imprescindible”.
Este gran músico cubano nació en la ciudad oriental de Puerto Padre y, desde niño, aprendió a tocar varios instrumentos en la jazz band de su padre. Estudió en la Escuela Nacional de Arte, y fue el pianista del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, creado por Leo Brouwer quien, junto al maestro Federico Smith, le mostró los secretos de la armonía y la composición, mientras perfeccionaba su técnica pìanística con María Antonieta Henríquez. Con todas esas herramientas, creó las partituras de varias películas cubanas.
Luego de disolverse el Grupo de Experimentación Sonora, Emiliano Salvador trabajó con Pablo Milanés, con Chucho Valdés y hasta formó parte de la orquesta del Teatro Martí, que nada tenia que ver con sus intereses pero, finalmente, creó su propio grupo al que, con formato tradicional, añadió innovaciones sonoras al añadir instrumentos inusuales en el género como las tumbadoras, lo que le permitía fusionar el jazz con el son, la rumba…y realizar versiones jazzísticas de obras como el conocido bolero Convergencia, el prestigio alcanzado por el grupo de Emiliano, le permitió compartir el escenario con figuras legendarias como: Dizzy Gillespie, Brandford Marsalis, Woody Shaw, Jimmy Smith, Eddie Daniels, y tantas otras, sin olvidar a los brasileños Chico Buarque y Milton Nascimento.
Aunque podía haberlo hecho, a Emiliano Salvador nunca le interesó hacer alardes virtuosísticos en el piano, pero como dominaba los instrumentos de percusión, podía incluir una amplia gama de patrones rítmicos que le imprimían gran riqueza expresiva y un sello particular a sus interpretaciones.
Desde la época en que trabajó con Pablo Milanés, demostró su gran talento como pianista, pero fue su primer LD: Nueva Visión, el que demostró que Emiliano Salvador estaba a la altura de cualquier pianista de jazz a nivel internacional
Junto a Chucho Valdés y Gonzalito Rubalcaba, Emiliano Salvador forma la trilogía de pianistas cubanos más relevantes en el jazz de los años setenta y ochenta de la pasada centuria. Sus aportes al género lo convierten en un verdadero innovador no sólo como pianista sino como compositor, y lo sitúan a la vanguardia de su generación y el punto de partida de las venideras.
Emiliano Salvador falleció en plena madurez artística, el 22 de octubre de 1992, a los 42 años, terminando de grabar su quinto álbum. Y aunque no le alcanzó la vida para más, los fonogramas existentes: Nueva Visión (Emiliano Salvador 1), Emiliano Salvador 2, Emiliano Salvador y su grupo y Una mañana de domingo (reeditado bajo el título: Con fe) son suficientes para demostrar la grandeza de este gran músico que, como afirma Leonardo Acosta, “es un eslabón imprescindible” entre el pasado y el presente del jazz cubano, y un ejemplo a seguir para quieran incursionar en un género tan difícil, que pone a prueba el talento de sus intérpretes.

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