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Algo más sobre el jazz en Cuba

30 de mayo de 2014

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jazzCuando queremos adentrarnos en el mundo del jazz, es indispensable consultar a ese extraordinario músico cubano que se llama Leonardo Acosta, pues él no sólo es un hombre de vasta cultura, sino que fue un genial intérprete del saxofón y su labor como investigador se caracteriza por la profundidad analítica. Para él no existen barreras que le impidan expresar sus conceptos tan claros como objetivos. Y digo esto, porque le conocí en los años 60 de la pasada centuria, cuando ambos solíamos compartir conversaciones y descargas musicales junto a otros geniales intérpretes de jazz. Es por eso que hoy dedicaré mi comentario a algunos de sus criterios, poco abordados por otros autores, y contenidos en el libro “Un siglo de jazz en Cuba”.
En el capítulo referido al jazz afrocubano, Leonardo utiliza el término “cubop” para denominar la fusión del “bop” con los ritmos afrocubanos, que se inició allá por los años cuarenta del pasado siglo, donde hay que destacar los nombres de: Frank Grillo, Machito, Mario Bauzá y Luciano (Chano) Pozo, que alcanzaron fama mundial, aunque no fueron los únicos. Pero Leonardo Acosta no se limita a mencionar el hecho, sino que señala como elemento muy importante en esa fusión, el surgimiento en Nueva York de una comunidad puertorriqueña dentro del conocido Barrio Latino, la cual no sólo interpretaba la música boricua, sino la cubana y, poco a poco, fue asimilando el jazz afroamericano, en cuyo surgimiento influyeron algunos hechos como el establecimiento de los primeros inmigrantes en East Harlem, cercano al ghetto afronorteamericano más importante del país que, en la década de los años treinta, comenzó a consolidarse como centro mundial del jazz.
Con el acierto que le caracteriza, Acosta nos refiere hechos bastante desconocidos en la historia del jazz, y a uno de ellos está vinculada la obra de Eliseo Grenet: “Mamá Inés”, interpretada por Rita Montaner y perteneciente al sainete lírico “Niña Rita o La Habana en 1830”, de Grenet y Lecuona, cuyo estreno se `produjo en el entonces Teatro Regina de la capital cubana, en 1927. Veamos lo que dice Acosta.
“Un acontecimiento importante para la música cubana en Nueva York fue la presentación, a teatro lleno, el 26 de abril de 1930, en el Palace Theater de Broadway, de la orquesta de Don Aspiazu, quien empleó por primera vez, ante un público norteamericano, una sección rítmica con los instrumentos típicos afrocubanos. No menos importante fue el estreno de “Mamá Inés”, de Eliseo Grenet (…) convertido en un clásico de la música popular mundial.”
Una obra cubana, muy conocida, de Moisés Simons, es “El Manisero”, entre cuyos más geniales intérpretes están Rita Montaner e Ignacio Villa (Bola de Nieve), pero su autoría trató de manipularse en los Estados Unidos, según cuenta Leonardo Acosta.
“Don Aspiazu grabó «The Peanut Vendor» para la RCA Victor, y en 1931 era un hit nacional en los Estados Unidos, a pesar de las predicciones en contra de Guy Lombardo, el exitoso director de orquesta de música society. Otro detractor de «El Manisero» fue el columnista Walter Winchell, quien con prepotencia e ignorancia afirmó que era un plagio del «Bolero», de Maurice Ravel. /…/ El cantante que popularizó «El Manicero» con Aspiazu fue Antonio Machín.”
Como habrá podido comprobar, las informaciones que aporta Leonardo Acosta en su libro “Un siglo de jazz en Cuba”, son tan importantes, que en otra ocasión continuaremos incursionando en él.

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