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Alexander Fleming

13 de junio de 2014

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Sir Alexander Fleming

Sir Alexander Fleming

Probablemente en la niñez a usted le sucedió como a muchos. Padeció un proceso infeccioso agudo y el médico le prescribió penicilina. El recuerdo de aquellas inyecciones no debe resultarle muy grato. Y sin embargo, la humanidad toda está agradecida al bacteriólogo inglés Alexander Fleming, quien descubrió el bacilo de la penicilina y sus aplicaciones al campo de la medicina, razón por la cual recibió, junto a los doctores Chain y Florey, el Premio Nobel de Medicina de 1945.
Sir Alexander Fleming, Profesor Emérito de la Universidad de Londres, arribó a La Habana el 19 de abril de 1953. No fue la suya una visita caracterizada por la publicidad, aunque sí abundaron las fotografías del investigador y de su esposa en diversidad de actos sociales a los cuales se les invitó.
El doctor Fleming desmiente sus años: luce erguido, con espejuelos, el pelo ya blanco, elegante traje y corbata de lazo. En verdad dista de aparentar los 71 años que lleva consigo. Activo, penetrante en los criterios, se apresta a desarrollar la agenda de trabajo que lo tiene en La Habana.
Es huésped de honor de la Universidad capitalina, en particular de la Facultad de Medicina, cuyo Decano le da la bienvenida en representación del Rector. Las conferencias tienen por sede el edificio “Doctor Ángel Arturo Aballí”, donde a las 9 de la mañana del día 21 ofrece la primera: “El uso de los antibióticos”.
El Colegio Médico Nacional se suma a los homenajes. El 23, el ministro de Salubridad coloca en el pecho del profesor Fleming la Orden Finlay, que lleva el nombre del sabio cubano descubridor, en el mosquito Aedes aegipti, del agente trasmisor de la fiebre amarilla. Ese mismo día imparte una segunda conferencia. “La herida aséptica” es el título; y con las formidables referencias que se tienen de la anterior, el interés se acrecienta. El expositor enumera los esfuerzos del hombre a través de la historia en la búsqueda de medios antisépticos para la limpieza de las heridas y enfatiza:
“Una sustancia clasificada como antiséptica, puede ser incapaz de matar las bacterias en una herida infectada y sin embargo, puede ser útil en el tratamiento, favoreciendo el drenaje tisular”.
La estancia de Sir Alexander Fleming culminó con el homenaje que el día 28 se le rindió en la sede del Colegio Médico Nacional, el cual puso término a un encuentro útil y alentador para quienes en Cuba dedicaban sus esfuerzos al siempre sorprendente campo de la investiga¬ción científica.

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