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Alberto Cortéz

8 de mayo de 2015

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alberto-cortez16059 (Small)Entre los artistas que en la década de 1980 dejaron entre los cubanos una más grata impresión, por su personalidad, entrega sincera y los textos de sus canciones, figura el argentino Alberto Cortez.
Escucharlo cantar, disfrutar de su gestualidad apasionada —manos, rostro, ojos incluidos—, vestido con negra sobriedad, informal a veces pero dueño del escenario y del diálogo con los concurrentes, deviene una experiencia capaz de ofrecer pruebas de su personalidad como artista y de la entrega de quien hace de cada presentación un hecho irrepetible.
Alberto Cortez llegó por vez primera a Cuba en mayo de 1982, en la madurez de sus 42 años, y en posesión de un catálogo autoral probado ante los gustos de otros muchos países. El público cubano abarrotó noche tras noche sus presentaciones en el teatro Kart Marx y lo aplaudió como a un viejo amigo.
Dijo entonces a la prensa:
“En cada una de mis actuaciones pretendo cumplir el mandato de Antonio Machado: La verdadera misión del artista es servir a los demás, motivar a los demás”.
También expresó a los lectores de la revista Bohemia otros criterios de interés:
“Yo creo que la música, como las demás artes, es buena o mala. Lo demás son intentos constantes de subdividir las cosas. Cuando escucho a Ravel no me detengo a pensar en ese momento si su obra está enmarcada en el impresionismo o no. Aprecio plenamente sus valores estéticos. Eso es lo que tengo presente. La música me interesa como un hecho y como una manifestación concreta”.
Tres años después, en noviembre de 1985, el artista regresó, y lo haría otras veces más. Se sintió a gusto en el país y, entrevistado, dijo así:
“Somos los artistas extranjeros los que venimos a pasar un examen en Cuba, porque encontramos aquí un público sensible, pendiente de percibir nuestra sensibilidad o una comunicación sensitiva a través de la música, a través de las canciones, a través del trato cotidiano”.
En el 2007 se presentó junto al cantautor cubano Pablo Milanés en el Teatro Nacional de Santo Domingo, en dos conciertos muy relevantes que fueron denominados De poeta a poeta.
La Sociedad de Artistas de España y la Federación Iberolatinoamericana de Artistas le entregaron la distinción Miembro Honorífico del Foro Iberoamericano de las Artes.
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