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Albert Einstein

19 de diciembre de 2018

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Albert Einstein arribó a La Habana en la mañana del 19 de diciembre de 1930 y su presencia devino acontecimiento de ribetes sensacionales en la prensa. Una vez en tierra, Einstein plantó sobre su cabeza un sombrero de jipi japa y se dirigió en visita de cortesía a la Secretaría de Estado para el saludo oficial. Luego lo esperaba un homenaje en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, donde pronunció un discurso en alemán y dejó estampado su autógrafo:

Ojalá la generación venidera pueda establecer una sociedad económica y política que evite con seguridad las catástrofes.

Era la suya una alusión al peligro del nacionalismo alemán –el fascismo– que cobraba fuerza en Europa.

El programa de Einstein en La Habana incluyó una visita a la Legación Israelí (recordemos que él era de origen judío) y un banquete en el roof garden del hotel Plaza de las esquinas de Neptuno y Zulueta. También comprendía un paseo por la capital.

En cuanto a este último, los anfitriones lo llevaron en un recorrido por los exclusivos clubes de Miramar, las obras de ingeniería de los canales de Vento, el campo de aviación (entonces una novedad) y una escuela técnica en las afueras de la ciudad, o sea, lo más florido y elegante de la capital.

En la tarde de aquel día 19 de diciembre de 1930, se ofreció a Einstein un brindis en la Sociedad Cubana de Ingenieros, al cual sucedió el ya habitual aluvión de autógrafos, que atentaba contra la sencillez del científico.

Einstein llegó con su esposa y aunque el Hotel Nacional puso a disposición de ambos la más lujosa de sus suites, ellos prefirieron pasar la noche en el barco que los trasladaba.

A la mañana siguiente expresaron el deseo de conocer otras áreas de la ciudad, entre ellas las más pobres. Ante la inusual petición no hubo otra alternativa que llevarlo a presenciar la zona del Mercado Único, las tiendas humildes de la Calzada de Monte, los barrios marginales del entorno citadino. El panorama de miseria impresionó la pupila de Einstein, quien escribió en su diario:

Clubes lujosos al lado de una pobreza atroz que afecta principalmente a las personas de color.

El sol deslumbrante de la ciudad no fue suficiente para desvirtuar su apreciación crítica de la sociedad cubana de los años 30.

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