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Alafabetismo emocional y sabiduría emocional

23 de marzo de 2018

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Tal vez el título de este artículo parecerá un poco altisonante porque ser sabio es algo muy serio, pero me parece que en la medida que vayan leyendo, entenderán por qué utilizo estas dos palabras: alfabetismo y sabiduría. Para las Ciencias de la Educación, estar alfabetizado es poseer los conocimientos elementales de la escritura y la lectura, mientras que ser sabio es alguien que posee vastos conocimientos de las ciencias y las artes.

Haciendo un símil con respecto a las emociones, me permito decir que una persona emocionalmente alfabetizada es aquella que posee los conocimientos elementales sobre sus emociones en cuanto a –en primer lugar– tener conciencia de uno mismo, que significa ser capaz de conocer las emociones que tenemos, identificando sus causas y asumiendo sus efectos en el estado anímico. En segundo lugar ser capaz de estar motivado para lograr las metas que se propone, manteniendo alejadas las emociones destructivas y a esto se le llama autogestión emocional. En tercer lugar, explorar el estado anímico de las personas y tratar de sintonizar hasta llegar a la comprensión de sus sentimientos y pensamientos, y a esta habilidad se le llama conciencia social. Y por último, está influir en los demás logrando que estos contribuyan de forma efectiva a la consecución de los objetivos y a esta competencia se le denomina gestión de las relaciones.

Voy a ejemplificar para “potabilizar” el ladrillo teórico, por lo que tener conciencia de sí mismo, por ejemplo, es quien sabe que la ira es la emoción más recurrente en su vida y los beneficios y perjuicios de esta, así, lo que a otros les provoca tristeza, como puede ser no lograr un boleto para ir al concierto de un cantante, y la ira que siente logra que se mantenga motivado para insistir al otro día y al otro, y tantas veces como sea necesario para lograr el boleto hasta que lo obtiene; entonces, el enojo (considerada siempre como negativa) ha sido bien manejada y beneficiosa. Si la persona en cuestión entiende los que las otras personas sienten al tampoco lograr ir al concierto, ya sea que se entristecen, desisten y él con la energía que le da su enojo, hace que los otros “se despierten” e insistan también en lograr sus propósitos, proponiéndoles que al otro día lleguen más temprano, que tal vez quien vive más cerca del teatro vaya temprano y reserve lugar para los demás, entonces vemos que ahí están el tercer elemento que es la conciencia social, y el cuarto que es gestión de las relaciones.

Pero si piensan que esto es suficiente para tener inteligencia emocional en toda la extensión de la frase, me permito decepcionarlos y decirles que se equivocan, esto, es solamente estar alfabetizado emocionalmente, porque se necesita mucho más para tener sabiduría emocional y para empezar por este largo camino –porque el ejemplo es sencillo y la vida es mucho más compleja– de poseer una inteligencia emocional que nos permita manejar las muchas complicadas situaciones de la vida, es menester dentro de estas cuatro dimensiones emocionales desarrollar nada más y nada menos que muchas otras competencias asociadas (19 en total) que son: conciencia emocional, autoconfianza, valoración adecuada de uno mismo, autocontrol, adaptabilidad, transparencia, motivación del logro, iniciativa, optimismo, empatía, conciencia de la organización, orientación al servicio, liderazgo, influencia, catalizador del cambio, gestión de los conflictos, trabajo en equipo y colaboración, desarrollo de los demás y aprovechamiento de la diversidad. ¡Muchas! Que les prometo que escribiré en detalle de estas en otras ocasiones.

Y es que ser sabio lleva tiempo, por lo que el amigo iracundo y enojón que salió airoso en la meta de ir a ver a su cantante favorito, no puede contar con que siempre la ira le va a ayudar, sino que necesita de un repertorio emocional que le permita vivir con más acierto. Puede que algunos de mis lectores piensen que es difícil y no es necesario desarrollar tanto la inteligencia emocional, y yo les respondo que efectivamente es difícil (las cosas más difíciles de la vida son las más importantes y útiles), pero me permito disentir en cuanto a que no es necesario, porque si bien es cierto que a algunos les es más necesario, por ejemplo, por el trabajo que desempeña, ya que es profesor, dirige una empresa, es actor. Les digo que en cualquier momento de la vida, ante las situaciones más cotidianas se precisa de estar un poco más que alfabetizado emocionalmente, aunque no llegue necesariamente a la sabiduría, pues la vida en familia, mantener un matrimonio feliz y largo, educar a los hijos, tener buenos amigos, son parte de la vida de cualquiera y tal vez más complejas que dirigir una empresa, en las que todos tomamos parte y que requieren de saber mucho sobre sus emociones y su manejo.

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