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Aimé Cesaire

2 de agosto de 2013

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El más universal y célebre de los martiniqueses. Como tal puede considerarse al escritor e ideólogo Aimé Césaire, un pensador que se identificó con las inquietudes sociales, políticas y espirituales del rosario de islas del Caribe de raza negra y habla francesa.
Césaire tuvo una larga vida de casi 95 años. Vida, además, de servicio a la defensa de los valores de la cultura de raíces africanas. Nacido en Martinica el 26 de junio de 1913, cursó estudios en su tierra natal hasta que en 1931 embarcó hacia Francia, como becario del gobierno de esa nación para que completara estudios en el Liceo Louis-le-Grand, de París. La vida en Europa lo puso en contacto con otros jóvenes negros que como él, indagaban en las raíces culturales y pugnaban por una revalorización de la cultura de estos pueblos, al tiempo que luchaban contra el racismo colonial y trataban de conseguir el reconocimiento de una identidad propia.
Fundó junto a otros estudiantes caribeños el periódico El estudiante negro, en 1934, donde por vez primera se introduce el término negritud, un concepto que sale al paso a las pretensiones coloniales de la metrópoli francesa que promueve una asimilación de las culturas originarias.
Es Césaire quien declara pertenecer a “raza la sufrida” o “raza de los oprimidos”, con un enfoque humanista, reivindicador de la huella africana en los ámbitos social, cultural y político.
De 1939 data su Cuaderno de un retorno al país natal (Cahier d’un retour au pays natal), publicado en París, de gran influencia en otros autores e intelectuales de entonces acá. La poesía, el teatro, la historia y el ensayo nutren el catálogo de Césaire
En 1966 la revista Casa de las Américas había publicado su Discurso sobre el  colonialismo, en un número dedicado a “África en América”, por lo que cuando el escritor arribó a Cuba en enero de 1968 para estar presente en el Congreso Cultural de La Habana que reunió intelectuales de muy diversas partes del mundo, al menos parte de su obra era ya conocida.
En Cuba declaró para la revista Bohemia:
“El intelectual tiene una gran responsabilidad y es necesario que la asuma. Nunca he concebido una actividad intelectual que no sea comprometida. Una lucha insertada en la lucha de los pueblos por su libertad y su dignidad”.
Murió en abril de 2008 y es la figura de su país con mayor influencia internacional por su defensa de la negritud y de más larga y significativa presencia en la vida política nacional de Martinica.

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