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Acidez y medicamentos

30 de septiembre de 2016

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Los problemas digestivos son un motivo de consulta frecuente. A menudo los pacientes visitan al médico aquejados por diferentes síntomas del tracto digestivo y uno de los más comunes es la acidez o dolor de estómago.
Considerando que estos tipos de malestares pueden estar motivados por un problema puntual de carácter leve, o bien deberse a algo más importante que precise de intervención médica, el primer actuar del facultativo es descartar lo segundo y proporcionar al paciente el producto más adecuado para solucionar su problema.
Sin embargo, cuando el paciente recurre a la automedicación para manejar esta sintomatología, el problema pudiera volverse un poco más complicado. Lo primero es que no cuenta con los conocimientos necesarios para evaluar la gravedad del caso. Lo segundo, que de entre todos los medicamentos con efecto antiácido disponibles, la elección de cuál emplear puede no resultar la más acertada.
Utilizando los medicamentos de manera incorrecta, muchos pacientes eligen utilizar medicamentos indicados para el tratamiento antiulceroso, para aliviar una simple acidez estomacal, desconociendo que existen diferencias marcadas entre ambos tipos de medicamentos.
Mientras los antiácidos son sustancias que contrarrestan el ácido producido por la mucosa gástrica, sin impedir que se siga produciendo, los antiulcerosos persiguen conseguir el alivio de los síntomas, la cicatrización de la úlcera y prevenir las recidivas y las complicaciones.
Los antiácidos son químicamente hidróxidos o sales que reducen inmediatamente la hiperacidez mediante una reacción de neutralización, modo este en que evitan la irritación de la mucosa gástrica. Al ser la acidez un síntoma presente en los pacientes con úlcera, se justifica el uso de antiácidos buscando favorecer la cicatrización de las úlceras y evitar el dolor, aunque su efectividad es inferior a la de los fármacos antisecretores.
Los antihistamínicos H2, entre los que figuran la cimetidina y la ranitidina como dos de los más recetados, y los inhibidores de la bomba de protones, cuyo integrante líder es el omeprazol, son los llamados antisecretores. Estos fármacos cicatrizan las ulceras duodenales y gástricas por inhibición de la secreción ácida, a través de mecanismos de acción característicos de cada grupo.
El modo diferente en que los antiácidos y los antisecretores contrarrestan la acidez gástrica, es una pieza clave por la que la elección de uno u otro medicamento no resulta intercambiable. Máxime cuando el fin no es otro que aliviar una acidez estomacal provocada muy probablemente por la ingestión de algún alimento irritante o ciertos medicamentos.
Es importante recordarle al paciente que la acidez no es una enfermedad en sí misma, sino solamente un síntoma. Puede ser consecuencia de enfermedades como el reflujo gastroesofágico o la úlcera de estómago, aunque lo más habitual es que se trate de una situación producida por un abuso alimentario, un aumento del nivel de estrés o una serie de malos hábitos.
Por ello, más que automedicarse sin control buscando aliviar la acidez, resulta de gran importancia mantener pautas de alimentación y vida sanas, que de seguro podrán ayudar a prevenir o aliviar este problema. Una de ellas consiste en eliminar ciertos alimentos de la dieta, como pueden ser en algunos casos los cítricos, ciertas especias, el ajo y la cebolla, así como el café y el chocolate. También es aconsejable abstenerse de fumar y de beber cantidades excesivas de alcohol, además de evitar acostarse o practicar deporte inmediatamente después de ingerir alimentos.

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